A raíz de las frustraciones que tuvo a temprana edad, Ariel entró en depresión. Su estado lo llevó a las adicciones: fue alcohólico y consumidor de diversas sustancias. “Todo lo que ganaba me lo gastaba en drogas”, cuenta.
Su comportamiento nervioso perjudicaba a su entorno, principalmente a su hija y a su esposa. En una oportunidad, a causa de los vicios, se fue de su hogar y regresó después de muchos días. Después de haberse dado cuenta de lo que pasó, Ariel pidió ayuda y comenzó a frecuentar las reuniones de la Universal.
Si bien tuvo mejorías, aún le faltaba el cambio completo de vida. Pero llegó un momento en el que entendió que necesitaba quitar todo lo malo que había en su interior para que pudiera recibir la presencia de Dios. Así fue como, en un Ayuno de Daniel, se propuso a buscar intensamente el Espíritu Santo hasta finalmente encontrarlo. “Gracias a Dios, yo soy feliz”, finaliza.
Vea el testimonio completo, a continuación:
Haga el Ayuno de Daniel usted también y, por su fe, recibirá la plenitud de Dios en su interior.