El videojuego puede hasta educar, entretener y ocupar, pero también puede ser motivo de preocupación. El exceso de esto juegos ya fue el villano incluso de matrimonios, pero es en el mundo de los más pequeños que este conquista cada vez más espacio. Es común, por ejemplo, que el niño pase horas y horas sin despegar los ojos de la pequeña pantalla, que evite el contacto social y deje de hacer otras actividades.
La exposición a los juegos violentos es aún más grave. Las escenas son tan similares al mundo real que llegan a confundir la mente de los niños. Investigaciones ya revelaron reacciones más hostiles y comportamiento agresivo en los que adquirieron el hábito de jugar.
Una adicción sutil que puede pasar desapercibida a los ojos de los padres.
Pero, en el caso del pequeño niño portugués André Fernandes, de 9 años, fue él mismo quien decidió renunciar a lo que más le gustaba: los videojuegos. Mire el video a continuación y entienda porqué:
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