Harán está ubicado en la fértil planicie homónima, en la actual Turquía, cercana al río Balikh, el mayor afluente de su hermano más famoso, el Éufrates, uno de los dos cursos de agua que cercan el área conocida, antiguamente, como Mesopotamia. Fue allí que Abraham se estableció durante varios años después de salir de Ur junto a su familia y bienes (pintura), al mando de Dios (Génesis 11:31; Hechos 7:2-4). Más tarde, fue hacia allí que huyó Jacob de las manos de Esaú y donde vivió con su tío Labán, hermano de su madre Rebeca (Génesis 27:42-44). Allí vivió con sus dos esposas, hijas de Labán y tuvo sus hijos.
Abraham prosperó mucho mientras vivió en Harán antes de que, nuevamente por orden de Dios, se dirigiera hacia Canaán, ya con 75 años (Génesis 12:1-5).
Los arqueólogos descubrieron la antigua Harán y su muralla de protección de 4 quilómetros de extensión, que originalmente tenía seis portones – de los cuales solo uno quedó de pie, el Portón de Alepo, que permitía el acceso a la calle que conducía a la ciudad del mismo nombre. La antigua vivienda de Abraham queda 44 quilómetros al sudeste de la ciudad turca de Sanliurfa. Los restos arqueológicos están a pocos metros de la pequeña ciudad de Altinbasak.
Harán fue un importante punto comercial del norte de la Mesopotamia, en el siglo 19 antes de Cristo (a.C.), próximo a la ruta entre el Mar Mediterráneo y la región de Medio-Tigre – el río Tigre, a su vez, era usado como camino a Babilonia.
La ciudad estuvo bajo el dominio de varios pueblos: asirios, hititas, babilónicos, persas, macedonios, seléucidas y árabes. Bajo el poder de estos últimos, se convirtió en un gran polo educativo. En sus facultades se enseñaron, entre los siglos 8 y 9 después de Cristo (d.C.), astronomía, filosofía, ciencias naturales y medicina, incluso antes que en otras ciudades más poderosas de la Mesopotamia, como Bagdad (actual capital de Irak).
Después de diversos enfrentamientos, Harán fue destruida completamente en la década de 1620, abandonada durante las Invasiones Mongolas a Siria. En el siglo XIII (13), la ciudad ya estaba en ruinas y, con el tiempo, dio origen al Tel-Harán.
Casas-colmena
Actualmente hay habitantes en la localidad de la Harán bíblica, sin embargo la moderna Harán quedó aproximadamente a 2 quilómetros de la antigua y concentra la mayoría de la población.
Entre las atracciones de Tel-Harán están las famosas casas-colmena, una curiosa forma de construcción sin el uso de la madera como estructura – algo raro en la región desértica -, cuyo techo es cónico, a fin de proporcionar ventilación en su interior y convertirla en una habitación soportable en el desierto.
La Planicie de Harán está menos seca. Desde la década de 1980, un ambicioso proyecto de irrigación de Anatolia, a la cual pertenece hoy la ciudad, hizo que el paisaje esté más verde, con cultivos de algodón y arroz.
Las excavaciones arqueológicas continúan en la región, en medio a las imponentes ruinas del lugar, donde un día vivieron Abraham y Jacob.