Jerusalén es considerada el corazón de Israel por varios motivos, no solamente por ser su capital. Ubicada en las montañas de Judea, región central del país, entre el Mar Muerto y el Mar Mediterráneo, la milenaria ciudad es una de las más importantes en toda la Biblia. Ella reúne lugares sagrados para tres de las principales culturas del mundo: cristianos, judíos y musulmanes. Es una de las ciudades más antiguas del mundo y tiene una historia bastante confusa y perturbada.
La primera mención a Jerusalén de la que se tiene noticia está en textos egipcios del siglo 19 antes de Cristo (a. C.). Desde esa época, la ciudad tiene una historia con altos y bajos siempre disputada por varios pueblos y aún hoy es escenario de conflictos. Destruida y reconstruida varias veces, hoy es un importante centro mundial en comparación a su tamaño (cerca de 125,2 kilómetros cuadrados).
El período más importante, constatado en la Biblia, comenzó cuando el Rey David escogió a la ciudad como corte de su reinado, unificando en ella el centro de poder sobre las 12 tribus del pueblo hebreo. En ella se irguieron los famosos templos de Salomón y de Herodes, donde hoy se sitúa el islámico “Cúpula de la Roca” en el Monte Moriah. A los judíos no les está permitido el acceso, por ese motivo se les ha reservado solo una parte externa de la antigua muralla del Gran Templo. Al oeste, conocido como el Muro de las Lamentaciones ellos dejan sus lamentos y pedidos a Dios, en largas oraciones y en pedazos de papel entre las piedras.
Los distintos líderes
Desde el momento en que David la fijó como capital, los hebreos se convirtieron en una nación haciendo de Jerusalén su centro político, religioso, económico y militar. En el año 931 a. C. después de la muerte de Salomón, hijo y sucesor de David, Israel se encontró en medio de una guerra civil. Nuevamente los hebreos se separaban. Al sur, Judá (donde estaba Jerusalén), y al norte, un nuevo reino de Israel. En el 722 a. C. los asirios conquistaron Judá. Un tiempo después los babilonios eran gobernados por Nabucodonosor. Casi toda la población fue deportada a Babilonia en el 586 a. C.
Más tarde, los persas la tomaron permitiendo el regreso del exilio a los judíos. Pero las murallas y muros fueron derrumbados nuevamente en el 332 a. C. por los macedonios, comandados por nada más y nada menos que Alejandro, el Grande. Después de tantas idas y vueltas de conquistadores, los romanos tomaron Jerusalén, convirtiéndola en el año 63 a. C., en la capital del reino de Herodes.
Llegaron los años en que Jesús vivió entre los seres humanos cuando Jerusalén aún era una extensión del Imperio Romano. Allá fue muerto y sepultado, resucitando después de 3 días. Llega el año 66 después de Cristo (d. C.) cuando los judíos se rebelaron contra el dominio de Roma representada en Jerusalén, por el Rey Tito. En el año 70 sin lograr contener a los rebeldes, Tito destruyó la ciudad, incluso el Gran Templo que había sido reconstruido y reformado por Herodes años antes.
Entonces comenzaron los dominios islámicos (del 638 al 1099), las cruzadas cristianas y después los egipcios y mamelucos. Llega 1517 y Jerusalén es dominada por los otomanos, que también invadieron Palestina. Los otomanos fueron abiertos a una especie de tolerancia religiosa entre las tres culturas monoteístas.
Ya en el siglo 20, el Reino Unido invade la ciudad y la vuelve una especie de capital informal de una región que abarca los actuales territorios de Israel, Franja de Gaza y Jordania, denominándola oficialmente Palestina. Después de la Segunda Guerra Mundial, en 1947, la entonces reciente Organización de las Naciones Unidas (ONU) dividió el territorio de la región entre judíos y palestinos. Jerusalén pasó a ser administrada por la comunidad internacional, quedando fuera del dominio de ambos lados.
Pero el nuevo estado de Israel entró en conflicto con los jordanos y tomó la parte occidental de la ciudad. Un acuerdo en 1949 estableció que cada lado sería soberano sobre las partes que conquistaran. Entonces Jerusalén vuelve a ser la capital de Israel. En 1967, en la famosa Guerra de los Seis Días, los israelitas tomaron la parte de los jordanos y reunificaron la ciudad. Se puede afirmar que Jerusalén aún hoy es un punto de conflictos. Los palestinos pretenden hacer de Jerusalén su futura capital – lo que obviamente Israel rechaza.
A pesar de los conflictos, Jerusalén sigue siendo la mayor ciudad y la más poblada de Israel. Aun hoy personas de todo el mundo peregrinan para conocer de cerca lugares que han sido escenario de pasajes bíblicos como lo fue el Monte de los Olivos, el sepulcro de Jesús, los Pórticos dorados y el propio Monte Moriah con los restos del Templo y varios sitios más que forman parte de la historia de la humanidad.
El tenor sagrado de la ciudad queda muy claro en el Salmo 137 (versículos 5 y 6), donde se refiere a cuando los judíos fueron expulsados de la ciudad por primera vez: “ Si me olvidare de ti, oh Jerusalén, pierda mi diestra su destreza. Mi lengua se pegue a mi paladar, si de ti no me acordare; si no enalteciere a Jerusalén como preferente asunto de mi alegría.”
La Jerusalén de hoy
La capital israelita es moderna, pero conserva los rasgos del pasado. Debido a una ley municipal, está permitido construir en la ciudad solamente con piedras claras ya que conservan el estilo antiguo del lugar. Sin embargo, esas piedras recubren una metrópolis que progresa cada vez más. Shoppings, restaurantes internacionales, discotecas y bares nocturnos, son algunos de los ejemplos de lo que usted puede encontrar.
Claro que, como cualquier ciudad, Jerusalén también tiene sus males. El tránsito, por ejemplo, es uno de los peores del país. Para intentar aliviar ese problema, se está construyendo un moderno sistema ferroviario, que unirá los puntos centrales de la ciudad igual al que está en las principales ciudades europeas. Algunos tramos ya están en funcionamiento.
El Centro es un barrio alegre, colorido y lleno de personas del mundo entero. En él es posible comer faláfel (un tipo de albóndigas fritas de garbanzo, con la que rellenan el pan sirio), sabich (pan sirio relleno con mucha berenjena frita, huevo duro, humus, picles y condimentos), Shawarma (churrasco de carne de carnero) y, para los más apáticos de la cocina local, hay también sucursales de conocidas cadenas de fast food. Sobre la calle Jaffa hay diversos locales de judíos persas (de Irán). Ese es el mejor lugar para comprar ropa y zapatos donde, además de tener una amplia variedad, se puede pelear el precio.
A diferencia del Shuk (mercado) Árabe de la Ciudad Antigua, que vende más recuerdos y souvenirs, el Shuk judaico Machané Yehuda, es el lugar ideal para comprar comida. Este es el mercado donde la población local compra frutas y verduras por el mejor precio de la ciudad. Las frutas que existen en Israel son diferentes de las especies encontradas en Brasil y el mundo. Los cocos, dulces y con mucha pulpa, son famosos en todo el mundo. También hay muchos puestos de jugos naturales, en los que es posible refrescarse tomando, entre otros, jugo de granada puro y hecho en el momento, con propiedades depurativas. Israel también es un gran exportador de mandarinas de color y sabor muy acentuados, excelentes para la preparación de jugos.
El shopping Malcha, es el principal de Jerusalén, se encuentra al lado del estadio de futbol “el Beitar Yerushalaim”, y está apartado del centro de la ciudad. Con un complejo de cocina internacional y muchos locales israelitas, es el lugar preferido de la mayor parte de los yerushalmim (nascidos en Jerusalén) los sábados a la noche cuando termina el Shabat.
A Emek Refaim es una calle del barrio Talpiot, con un estilo moderno y despojado. Está habitada, en su mayoría, por norteamericanos por lo cual es más común oír inglés que hebreo. Tiene diversos atelié de moda y arte, además de los restaurantes más concurridos y caros de la ciudad.
El Sábado, día de descanso para los judíos, casi nada funciona, ni siquiera las líneas de colectivo. Los barrios ortodoxos tienen sus calles cerradas a la circulación de autos. Un descanso necesario para una ciudad que no para nunca, sea el tránsito, por la agitada vida nocturna o por el comercio. La puesta del sol del día viernes, reflejada en las piedras brancas de Jerusalén, puede apreciarse mucho mejor con el silencio que sobrevuela la ciudad sagrada.
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