Hoy, el nombre Qumrán es muy conocido por todos los cristianos del planeta. Allí fueron encontrados los Manuscritos del Mar Muerto, una de las reliquias bíblicas más importantes de todos los tiempos, hoy disponible por internet.
De 150 antes de Cristo (a. C.) hasta 68 después de Cristo (d. C.), esa remota localidad a 20 kilómetros de Jericó fue el hogar de la comunidad de esenios. El desierto con formaciones de relieve esculpidas por fuertes vientos, donde es muy extraño ver algunos puntos de vegetación, muy cercana al salado Mar Muerto, fue el lugar elegido por aquel pueblo que creía que la llegada del mesías judío era inminente, y se preparaban para eso con una vida de ayunos, purificación física y espiritual. Tal mentalidad los ponía frecuentemente en conflicto con los gobernantes romanos de la región.
Después de este período, los esenios fueron prácticamente borrados de la Historia. Hasta que, en 1947, un joven pastor de cabras beduino en la búsqueda de un chivo perdido encontró, sin querer, una caverna escondida en la parte superior de una de las elevaciones de Qumrán. En su interior, misteriosos jarros que mostraban la acción del tiempo. Cuando las autoridades tomaron conocimiento de lo encontrado, decidieron analizar el contenido de las vasijas de cerámicas. La sequedad del lugar ayudó a preservar el material durante miles de años. Eran alrededor de 190 rollos de pergaminos manuscritos con más de 2 mil años, uno de los registros más antiguos de la Biblia que se conocen, hoy disponibles al público en el Museo de Israel, en Jerusalén, y en internet, escaneados y traducidos por Google.
Fe y turismo
Hoy en día, las personas de todo el planeta visitan aquel accidentado pedazo de desierto a las orillas del Mar Muerto. Antes de los paseos supervisados, ven películas y una pequeña exposición sobre los esenios, y después van al lugar del descubrimiento de los manuscritos, a los pies de los peñascos, donde encontraron otras señales de aquella antigua comunidad que tan bien supo preservar los pergaminos de la Palabra Sagrada en la que creían. Un mirador sobre las irregulares formaciones ofrece una excelente visión de la caverna donde los jarros fueron encontrados en la mitad del siglo pasado.
En algunas épocas, es posible ir hasta incluso a las cavernas, luego de una exhaustiva subida que lleva aproximadamente 2 horas, mucha preparación física y un suministro considerable de agua, ya que el calor y la sequedad local hacen con que el cuerpo se deshidrate rápidamente. Muchas ruinas de edificaciones esenias también están disponibles para los visitantes.
De Jerusalén, salen ómnibus de visitas guiadas a Qumrán. La salida se hace en las primeras horas de la mañana, con el regreso programado para el final de la tarde.
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