El médico dijo que María estaba muerta, entonces María estaba muerta. La hija le pedía a Dios que la trajera de vuelta. El cuerpo con las sábanas blancas, acostado en la camilla.
“Lo siento mucho, no podemos hacer nada más.”
La frase que genera desesperación en quien se queda, generó en aquella hija indignación. “Sí que se puede”, dijo ella mirando al Cielo, segura de que Dios la oía. Agarró el agua consagrada, guardada en la cartera, y se la dio en la boca a la madre.
“Cuando le di el agua en la boca de mi madre, la parte torácica hizo un pequeño suspiro.”
El cuerpo fue hacia adelante y volvió, suspiró y causó indignación en el médico:”¿Qué hizo?”.
“Yo no hice nada. Dios lo hizo.”
“¡Imposible! ¡Su madre está muerta!”
Pero la joven, viendo que su madre reaccionó, no aceptó la palabra del médico. Vio a María intentar sentarse y el médico empujarla de vuelta a la camilla.
“Su madre no está viva. Lo que usted está viendo es la muerte cerebral. Nuestro cerebro es el último órgano que muere y lo que usted está viendo es el último suspiro. Ya llamé al personal de la morgue, ellos ya están subiendo para quitarle la ropa a su madre y ella será encajonada.” El médico no quería creer lo que estaba viendo.
Incluso, delante de la muerta que hablaba y se movía, él tuvo que dar el brazo a torcer: “Si compruebo que su madre está viva, puedo tener problemas…”
Ella estaba viva. El domingo dio testimonio en la Universal junto a su hija. El obispo Clodomir Santos, que ministraba la reunión, le preguntó: “¿Usted está viva?”
Y María contestó: “¡Gracias a Dios!”
Para quien tiene fe la vida nunca tiene fin
Otra vida salvada por Él está presente en los noticieros mundiales de esta semana.
Sucedió en Nairobi, capital del país africano Kenia, el rescate de un niño de siete meses de edad. Él estaba dentro de un balde envuelto en una manta, bajo los seis pisos de un edificio que se derrumbó por las fuertes lluvias.
Por lo menos 22 personas murieron en el derrumbe. La recién nacida, de nombre Daeleryn, fue rescatada a las 4 de la mañana el miércoles 3 de mayo.
El padre de la niña, Ralson Saisi Wasike, la buscaba a ella y a su madre en hospitales y funerarias. Para él, solo hay una explicación posible para la supervivencia de la hija: “¡Yo sé que es un milagro!”.
Un milagro de la vida en Dios
“Quien cree en Dios, cree en los milagros. Quien cree en Jesús, como dice la Biblia, cree que Él hace milagros hoy como los hizo en el pasado. Él lo prometió y dijo que las señales seguirían a los que creen.”
El obispo Edir Macedo afirma en su blog, que Dios actúa realizando milagros y trasformando vidas. Pero, para eso, existe una condición: creer.
“En todos los milagros de Jesús vemos solo una condición para que el receptor los reciba: la fe. No era necesario mérito, santidad, religiosidad, ni siquiera ser judío o gentil. Quien creía, recibía. En eso vemos la misericordia de Dios, que facilita el recibimiento de un milagro a cualquier persona siempre y cuando crea en Él”, garantiza el obispo.
La hija de María tuvo fe en Dios, creyendo que su madre no permanecería muerta. El equipo que rescató a Daeleryn creía que encontraría a alguien vivo, aunque la probabilidad era mínima. Usted también puede ver el milagro que tanto desea realizarse. Ponga su fe en la persona correcta: el Señor Jesús.
Por eso, participe de la reunión de los Casos Imposibles, los sábados, en la Universal más cercana a usted y pruebe el Poder de Dios en su vida.
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