“… porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo…” 2 Corintios 10:4-5
Dios nos da armas para destruir los argumentos del diablo, pues ellos deben ser destruidos por nosotros, para que no quedemos atrapados en sus fortalezas.
Es por eso que todos los que caen, pecan, salen de la Obra, no sacrifican, etc., tienen un argumento para sus acciones, y ahí está la fortaleza del diablo.
Eva tuvo un argumento, Adán también, Caín también, y así sucesivamente.
Creo que, ante la inclinación de cada uno, el diablo elabora un argumento, humanamente hablando, lleno de lógica y convincente para quien no se examina y no razona.
El siervo malo aceptó el argumento de que su señor era malo, en lugar de examinarse a sí mismo y ver que siempre debía ser corregido, porque era negligente, y de ahí nacieron los malos ojos.
Debido a los argumentos del diablo:
Los ángeles caídos tuvieron malos ojos para con Dios;
Eva tuvo malos ojos para con Dios;
Caín tuvo malos ojos para con Dios …
Hoy, lo que más se ve son argumentos y malos ojos de las Evas, los Caines y los malos siervos de la vida.
Por eso, siempre debemos orar: “Dios, no nos dejes caer en tentación. No nos dejes caer en la tentación de los argumentos del diablo para tratar de justificar u obedecer a nuestra propia voluntad.”