El noticiero internacional divulgó, a fines de enero, que el Reloj del Juicio Final marcó 90 segundos para la medianoche. El reloj es una iniciativa para alertar a la humanidad sobre los mayores peligros que dejarán al mundo cerca de una catástrofe que puede causar su fin. Simbólicamente, mientras más cerca de la medianoche, la extinción de la humanidad estará más cerca del fin.
La idea de crear el reloj surgió en 1947, para alertar sobre los peligros de una guerra nuclear. Este es administrado por la entidad sin fines de lucro Bulletin of the Atomic Scientists, una organización que actualmente cuenta con 13 ganadores del Premio Nobel entre sus miembros, quienes afirman que la anunciada cercanía del Juicio Final se da, en gran parte, a causa de la guerra de Ucrania, como una muestra de que las naciones han actuado negativamente entre sí, en la coyuntura mundial que se encuentra en decadencia.
De hecho, la creación y el uso de armas tan destructivas en guerras se alinean con las profecías apocalípticas. Recientemente, Rusia concluyó el primer lote de torpedos Poseidón, conocido como el «torpedo del juicio final», por transportar una ojiva nuclear siete veces más poderosa que la bomba atómica de Hiroshima. «Las amenazas veladas de Rusia de usar armas nucleares son un recordatorio al mundo de que la escalada del conflicto, sea por accidente, intención o error de cálculo, es un riesgo terrible», afirmó el comunicado de BAS, que también citó cambios climáticos, pandemias como la de Covid-19, amenazas biológicas y tecnologías disruptivas, que provocan ruptura en los patrones, modelos y tecnologías establecidas, teniendo como ejemplo el hecho de que internet haya minado o incluso anulado la interacción personal real en todas sus formas y cambiado el comportamiento de la sociedad.
Del 2020 al 2022, los punteros del reloj marcaron 100 segundos para la medianoche. En la época del fin de la llamada Guerra Fría, por ejemplo, retrocedieron 17 minutos del horario que indica el Juicio. Fue lo más distante del fin que llegaron. El BAS también citó que, así como los propios humanos crean riesgos que pueden llevarlo a la extinción, les corresponde a ellos reducirlos.
Es interesante notar que, a pesar de que los científicos se basen en concepciones obviamente científicas y de que crearon la simbología del reloj con el objetivo de concientizar a la población mundial, inconscientemente (o sin querer admitirlo, en el caso de algunos), concuerdan con las profecías bíblicas sobre el Juicio Final, que tienen una definición muy diferente de la difundida por la ciencia.
Para los científicos, el Apocalipsis se resume a la extinción parcial o total de la humanidad y de la sociedad como la conocemos, incluyendo los cataclismos naturales y las guerras de grandes proporciones, entre otros factores. La definición bíblica va más allá, definiendo el Fin de los Tiempos como el regreso del Señor Jesús y el literal Juicio Final, es decir, cuando Dios evaluará la conducta de cada ser humano para determinar su permanencia con Él en la eternidad o en la eterna condenación del fuego infernal. Para el que tiene la verdadera fe, el tan temido Juicio no es un fin, sino el verdadero comienzo de todo. Solo temen los que eligieron caminos diferentes a los de la fe, porque saben que su destino no será nada bueno.
No está demás decir que los científicos del reloj, aunque destaquen algunos aspectos negativos de mayor relevancia actual en los medios, dejan de citar otros bastante evidentes del día a día de cualquier ser humano: el creciente enfriamiento de los seres humanos, por medio de la falta de respeto y de empatía. Por ejemplo: los inexplicables ataques a la vida de personas aleatorias en Europa, así como sucedió recientemente en España, Francia y Alemania; la creciente crisis económica, incluso en naciones que hasta hace poco eran prósperas; y la creciente onda de creencias religiosas o paganas, que en realidad apartan al hombre de Dios, dejándolo como un plato lleno para el mal.
Al observar el último libro de la Biblia y el noticiero internacional parecen estar más conectados que nunca. El representativo reloj está cada vez más lejos de ser una insignificante simbología y más cerca de la verdad. En el plano individual, le corresponde al lector tranquilizarse por estar en el camino de la fe verdadera y tener su destino eterno positivamente escrito, o temer por el comienzo de una eternidad que no será nada buena. Aún hay tiempo, aunque los punteros estén muy cerca del fatídico fin.