Daiana Molina comenzó a sufrir problemas espirituales desde pequeña, sabía que había un lugar donde podía encontrar la solución a sus problemas, pero iba a buscar a Dios obligada por sus padres. Eso generaba cierta resistencia en ella. “Mi papá me obligaba a leer la Biblia, a ir a la iglesia, entonces me sentía ahogada por mi papá que era muy rígido. Yo crecí en la iglesia, pero vivía atormentada y sin conocer a Dios. Recuerdo que odiaba a mis medios hermanos, varias veces le deseé la muerte a una de mis hermanas, y mi hermana menor se escondía debajo de la cama al escucharnos pelear porque yo no paraba de golpearla, llegué a hacerla sangrar”, cuenta.
Durante once años ella vivió así hasta que un día se entregó a Dios porque necesitaba buscarlo de verdad. Ella se convirtió cuando entendió que Dios puede cambiar nuestra vida, pero somos nosotros quienes decidimos si lo aceptamos o no como nuestro Señor. “Me determiné a ser libre de lo que me había esclavizado durante mucho tiempo. Sin embargo, como me sentía vacía, buscaba el Espíritu Santo.
En ese tiempo me bauticé en las Aguas con tan solo once años porque mi intención era nacer de nuevo. Fui cambiando mi carácter y mi comportamiento con mis hermanos. Fui bautizada durante un propósito del Ayuno de Daniel, de ahí en más fui transformada por completo. Hoy soy otra Daiana”, relata feliz.
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