Un hijo necesita que sus padres lo apoyen, pero ¿qué sucede cuando lo único que una madre puede decirle a su hija es que la considera un caso perdido?
Yamila creció en un ambiente de violencia y vivió situaciones traumáticas que la llevaron a buscar felicidad en sustancias tóxicas. “Tuve una infancia muy dura, mi familia estaba totalmente destruida, había mucha violencia dentro de casa. Desde los 6 hasta los 11 años sufrí abusos y eso me provocó un trauma, algo que no podía superar. Me sentía sucia.
Un día estaba con mis primos y mis amigos y ellos me invitaron a probar el cigarrillo, recuerdo que tenía 11 años en ese momento. De ahí en adelante se sucedieron una serie de cosas que me hicieron muy mal. Empecé a ir a fiestas, a boliches, salía todos los días, de lunes a domingo, ya se había convertido en una rutina. Lo hacía para no parar y pensar en lo que me pasaba, en lo vacía que me sentía”, recuerda.
Una cosa llevó a la otra, y lo que empezó con un cigarrillo terminó con alcohol, marihuana y pastillas. “Fue de a poco, una cosa llevó a la otra. Todos los días necesitaba consumir algo, ya se había vuelto una rutina. Arrancaba a las siete de la tarde y terminaba arruinadísima al mediodía siguiente”, cuenta Yamila, que durante 10 años estuvo perdida en el mundo de los vicios.
“Me convertí en una persona muy violenta y agresiva. Intenté matarme tres veces, estuve internada en una clínica por la deshidratación que me provocó el alcohol. Yo ya no existía para mi familia porque no estaba nunca en casa, mi propia madre me consideraba un caso perdido.
En lo afectivo estaba mal también, no tenía una pareja estable, todo el tiempo cambiaba de relación, hombres, mujeres, nada me satisfacía, incluso sufrí violencia de género”, cuenta.
“Mi peor momento fue darme cuenta de que no tenía más esperanzas, estaba metida en un círculo vicioso y no podía salir de ahí. Llegué a vender droga en los boliches y a prostituirme, porque estaba endeudada, no me duraba ningún trabajo. Pensé en tirarme debajo del tren, no quería vivir más. Me miraba al espejo y sentía vergüenza de mí misma.
Cuando ya no daba más, me invitaron al Tratamiento de la Cura de los Vicios. Había probado muchas cosas, una más no me iba a hacer daño. Tomé la decisión de hacer todo lo que me enseñaran. Seguí todas las orientaciones que me dieron y, a pesar de que me costó, porque no fue fácil, dejé los vicios. Hoy soy feliz en todos los sentidos de la vida, trabajo, también tengo un emprendimiento propio. Mi mamá está orgullosa de mí, ni yo puedo creer el cambio que tuve. La gente que me conocía se sorprende de cómo estoy hoy.
Dejé de consumir todo lo que consumía y siento asco si alguien consume cerca de mí. Por eso puedo decir sin dudas que el Tratamiento es eficaz, no existen los casos perdidos”, finaliza.
Participe usted también de la reunión de la Cura de los Vicios y compruebe en su vida o en la de un ser querido que existe una salida para este mal. Lo esperamos este domingo a las 15 h en Av. Corrientes 4070, Almagro.
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