Brian: “Tuve una infancia complicada, en mi familia había adicciones y peleas constantes. El trato que teníamos era solo de insultos y golpes. Me sentía solo y no podía hablar con nadie. Empecé a cortarme los brazos, las piernas y el pecho, lo hacia con pedazos de vidrios que encontraba en la calle y fierros. Traté de aliviar el dolor emocional con el físico. Desde chico tuve complejos y odiaba mi forma de ser. Intenté suicidarme, los cortes no me alcanzaban para sentirme mejor. Pasó el tiempo y el vacío seguía estando. Probé llenarlo con amistades, familiares, relaciones amorosas, hobbies, cigarrillos, alcohol y fiestas. Mi situación empeoró, ya no tenía ganas de levantarme para ir al colegio. Me la pasaba llorando en silencio y encerrado, odiaba a todo el mundo. Mi papá estaba en los vicios y eso hizo que tuviéramos una relación dura, llegamos a los golpes por causa de la adicción. Mi hermana y una obrera me invitaron a la Iglesia. Cuando llegué me llamó la atención un cartel del Proyecto Help de la FJU, donde se mencionaba los tipos de trastornos que sufrían las personas. Comencé a asistir y en las reuniones de la FJU me brindaron ayuda, cariño y una palabra de esperanza.Sabía que en el Señor Jesús encontraría la solución. Participé de la vigilia “Una nueva historia” y fui decidido a cambiar de vida.
Hoy tengo paz y siento alegría. El vacío ya no existe más ni tengo ganas de lastimarme, soy un joven nuevo”.
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