La vida de María estaba marcada por un diagnóstico negativo. “Tenía asma y, aunque había realizado tratamientos, los médicos me habían dicho que no había cura, solamente tendría que controlar los síntomas. Cuando me venían las crisis, se me cerraba el pecho, no podía respirar, no me entraba el aire a los pulmones”, recuerda y añade: “Dependía de los medicamentos, tenía que hacerme nebulizaciones de por vida”.
Su salud se veía afectada con cada brote. “Varias veces me tuvieron que internar y también tuve neumonía”, comenta. “Todo cambió cuando empecé a participar de las reuniones de sanidad”, reconoce María. Además, afirma que su transformación fue resultado de su fe: “Hoy mi realidad es otra. Llevo una vida normal, Dios me sanó por completo. Ahora mis pulmones están como nuevos, nunca más me dieron ataques de asma ni tuve que hacerme nebulizaciones de urgencia o internarme como antes”.
Asiste a la Iglesia Universal ubicada en De la Nación 339, San Nicolás, Bs. As.
Tomaba cinco pastillas por día, HASTA QUE TOQUÉ EL MANTO
“Desde chico tenía epilepsia, pero ya siendo adulto reaparecieron las crisis. Por eso, tomaba cinco pastillas por día; cuatro solamente eran para controlar los ataques de epilepsia y la restante era para poder dormir porque tenía insomnio.
Estuve al borde de la muerte. Me vieron algunos psiquiatras, pero me decían que no había solución para mí. Así llegué a la reunión de sanidad.
Participando los martes y tocando el manto, fui curado por completo. Hace un año y medio que no tomo más medicación porque ya no la necesito. Tampoco volví a tener ataques de epilepsia ni insomnio. ¡Jesús me curó!”.
Walter asiste a la Iglesia Universal ubicada en Av. Corrientes 4070, Almagro, CABA.