Griselda Alarcón encontró la solución a sus problemas en la Universal, conozca su historia de superación. “Recuerdo que era muy miedosa porque tenía muchas pesadillas, por esa razón era muy nerviosa y tímida. Me encerraba en mi habitación y no salía, tenía muy pocas amistades, fue horrible mi adolescencia porque me volví una persona depresiva. Era muy tímida, me costaba mucho socializar y eso me frustraba”, cuenta.
Con el tiempo intentó darle un giro a su vida saliendo y haciendo amigos, pero se volvió rebelde y se refugió en el cigarrillo y el alcohol. “Cuando salía, me sentía libre, pero cuando regresaba a mi casa volvía a ser la Griselda depresiva de siempre”, agrega.
Ella se sentía frustrada en el área amorosa y a nivel profesional porque sus planes siempre salían mal. Se fue a vivir con una amiga, pero no tenía trabajo, pasaba hambre, extrañaba a su familia y en los estudios no le iba bien. Encima viajó a Buenos Aires para trabajar en casas de familia, claramente, eso no era lo que ella había proyectado para su futuro. “Tenía que cuidar mi trabajo para poder tener un lugar donde vivir, en ese tiempo tuve episodios de anorexia nerviosa. Cuando conseguí un nuevo trabajo, tuve la posibilidad de volver a estudiar en la universidad, pero comencé a sufrir ataques de pánico. Por la anorexia dormía mucho, me despertaba mareada, con taquicardia, tenía temblores y no podía estar mucho tiempo parada porque estaba muy débil, varias veces fui internada en ALUBA (Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia) por la taquicardia y un principio de neumonía”, relata recordando esos momentos.
Ella formó pareja, pero había muchos celos y peleas, además el dinero no les alcanzaba. Él tomaba y salía, al tiempo se entera de que él la engañaba con una compañera de trabajo, y desde que se separaron se refugió en el alcohol.
“Una señora me invitó a la Universal y acepté ir, en ese momento estaba intentando regresar con mi primer pareja, fuimos juntos a la reunión y me sentí bien. Decidí seguir yendo pero no me puse firme. Al tiempo, tuve que elegir y opté por cambiar. Dios me dio la fuerza que necesitaba para tener autoestima y confiar en mí, pude superar la anorexia nerviosa y me realicé en la vida sentimental”.
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