María: “Teníamos problemas espirituales en mi hogar. Había ruidos en mi casa que no nos dejaban dormir. Ya no sabía qué hacer, había ido a muchos lugares, pero no encontraba una solución.
Además, mi hijo estaba en los vicios de la droga. Yo no dormía porque él se iba y no sabía adónde.
Por otro lado, cuando estaba embarazada, me diagnosticaron hepatitis B y mal de Chagas. Cuando mi hija nació, la llevaron directamente a neonatología para ponerle una vacuna. Yo no la pude ni tocar ni amamantar hasta 24 horas después. En ese entonces, el médico me había diagnosticado dos años de vida, decía que el hígado se me iba a destruir.
Mi vida era un caos. Además, tenía problemas económicos y me habían desalojado del lugar donde vivía. No veía la salida por ningún lado. Yo no dormía, tenía vicios, no comía, solo fumaba. Iba a centros espirituales a buscar ayuda, pero no la encontraba.
Llegué a la Iglesia Universal gracias a un programa de televisión en el que vi un testimonio de una persona que había pasado por algo muy parecido a lo que yo estaba pasando. Entonces empecé a ir, no faltaba nunca. Iba a pedir por mi hijo.
Un día me hicieron un estudio porque me estaban por internar para hacerme una biopsia y analizar cómo estaba el virus en la sangre. Los resultados indicaron que yo estaba sana. ¡Dios me curó! Además, mi hijo se liberó de los vicios. También empecé a sentir paz, que era algo que yo no conocía. Mi familia está bien. Estoy feliz”.
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