Adriana tenía un emprendimiento, pero, según afirma, “vendía muy poco”. Ese no era el único problema económico que enfrentaba. “El sueldo de mi esposo no aumentaba y, a causa de eso, empezamos a pasarla mal”, asegura.
Frente a esa situación, ella tuvo que buscar un trabajo en relación de dependencia. Al respecto, detalla: “Conseguí uno en un local comercial. Eso me impedía ir a la iglesia, porque tenía que estar todo el día en el negocio. También me traía angustia, ya que quería participar de las reuniones o estar con mi familia, pero tenía que trabajar para otra persona. El sueldo era muy bajo, pero lo necesitaba”.
“Estuve allí por un par de meses, hasta que hicieron reducción de personal y quedé afuera. Si antes llegábamos con lo justo, cuando perdí el trabajo, todo empeoró”, recuerda.
“De nuevo, empecé a buscar un empleo por todas partes, enviaba mi currículum a muchos lugares, pero no lo conseguía”, relata y agrega: “Le pedí a Dios una respuesta porque yo no aceptaba el hecho de no poder pagar las deudas ni darles a mis hijos lo que necesitaban”.
“Fue entonces cuando supe que debía ir los lunes a las reuniones de prosperidad de la Iglesia Universal. El cambio fue rotundo. No conseguí trabajo, pero no lo necesité porque mi emprendimiento empezó a crecer y a tener buenas ventas. Surgieron los clientes, propuestas y negocios donde comprar los productos que, luego, revendía. En una semana, vendí lo que en un mes no había podido vender”, detalla.
Adriana asegura que sintió una alegría muy grande y añade: “Pude pagar las deudas y Dios nos multiplicó muchísimo. Además, el año pasado, cuando comencé a asistir los lunes, tenía una deuda de dos años con el auto. Debía terminar de pagarla en agosto, pero en enero ya la cancelé. Gracias a Dios, ahora con mi esposo tenemos un nuevo emprendimiento y vamos por más”.
Adriana: “Tenía una deuda de dos años con el auto, pero la cancelé en menos tiempo”.
Asiste a la Iglesia Universal ubicada en Av. Bartolomé Mitre 2355, Posadas, Misiones.