Selene: «Vivía una vida triste, depresiva y amargada. No podía estar con otras personas, me peleaba mucho con mis padres, detestaba estar con ellos y pensaba que no me querían. Además, en el colegio siempre me iba mal.
A los diecisiete años, mi abuela me invitó a asistir a la Iglesia Universal y fui por primera vez un viernes. Estaba muy mal, pero desde ese día pude dormir en paz, ya que antes no lo hacía. Empecé a involucrarme en las cosas de Dios, hasta que estuve firme en la fe.
Pero un día alguien me dijo algo que me entristeció mucho. Esa situación la guardé dentro de mí y no hablé con nadie acerca de eso. No podía ver a esa persona ni expresar lo que me pasaba.
Fue entonces que empecé a ir sin ganas a la iglesia, ya no leía la Palabra y no oraba. Hasta que llegó un momento en el que dejé de asistir.
Me sumergí en Internet y me involucré con una persona que no conocía bien. Tomé la decisión de ser madre, me junté con él y todo empezó a empeorar. Descubrí que él estaba en los vicios y en la delincuencia. Empecé a sufrir maltratos psicológicos y físicos.
Tuve un embarazo muy triste porque vivía depresiva. Luego, nació mi bebé, pero no pude disfrutarlo. En los momentos en los que mi hijo me necesitaba, no tenía paciencia. No le podía dar amor debido a la depresión, la tristeza y la angustia que sentía.
Estuve alejada de Dios durante quince años, en ese tiempo mi mamá me decía que volviera a asistir a la iglesia, pero no quería saber nada. A veces iba solo porque no quería estar con mi expareja. Hasta que tomé la decisión de separarme.
Después, empecé a involucrarme en los bailes y tenía malas compañías. Cada vez estaba peor. Quedé embarazada otra vez y no lo toleré, fue como haber tocado el fondo del pozo. Fue muy difícil.
Mi mamá se tuvo que hacer cargo de mis dos hijos porque no estaba en condiciones de cuidarlos. Vivía mi vida como si estuviera soltera, salía por las noches, me involucraba en cosas malas, con gente que fumaba, que vendía drogas y que me maltrataba.
Empecé a tener enfermedades, pero los médicos no descubrían qué era. Llegó un momento en el que no me podía parar derecha, estaba doblada todo el tiempo. Mi problema era espiritual.
Mi mamá luchaba y le pedía a Dios por mí. Hasta que un día me invitó a asistir un domingo a la iglesia. Fue allí donde Dios habló conmigo. Estaba sentada atrás porque tenía mucha vergüenza y dolor, no quería que nadie me viera llorar.
Desde ese día y hasta hoy sigo firme en la fe. Pasaron cinco años desde que volví. Hoy estoy bien, tengo seguridad y tranquilidad. Todo mejoró en el área sentimental, me casé, mis hijos están bien y mi economía prosperó. Gracias a Dios, tengo paz».
Si te identificaste con esta historia, Dios te está hablando. Llegó el momento de volver a empezar. No importa tu pasado. ¡Volvé! Dios te espera con Sus brazos abiertos.
Ella asiste a la Iglesia Universal ubicada en Mitre 515, Escobar.