Evangelina: “Me involucré en los vicios a los catorce años porque era muy ansiosa. Desde joven tenía depresión porque mis padres estaban divorciados, me faltaba la figura de unos padres que me cuidaran. Era muy insegura y rebelde. Primero comencé a consumir cigarrillos y alcohol en las fiestas de adolescentes. A los veinte años, empecé a consumir cocaína y a participar en fiestas clandestinas donde solo se consumían drogas.
Las drogas me hacían sentir fuerte, segura y protegida. Pero cuando el efecto pasaba, me volvía a sentir frágil y con sentimientos de abandono. Constantemente tenía pensamientos de suicidio y me sentía una mujer incapaz a la cual nadie iba a querer. Cuando algún chico se acercaba a mí, lo rechazaba y trataba de humillarlo. Rechazaba el amor y todo lo que fuera bueno para mí.
A causa de los vicios perdí la dignidad y la confianza de mi familia y mis amigos. Me quedé sola. Yo quería dejar los vicios, pero las ganas de consumir eran más fuertes. No pasaba un día sin ir a buscar drogas. Me ponía en peligro por las noches e iba a lugares peligrosos a comprar. Siempre estaba en la búsqueda de una dosis más fuerte.
Mi familia me quería internar en un centro de rehabilitación, pero no me aceptaban porque mi problema era grave. Para bajar las revoluciones de mi cabeza me quisieron dormir por cuatro días, pero no accedí.
Una amiga me dijo que existía el Tratamiento para la Cura de los Vicios. Entonces, me acerqué. Desde la primera vez que participé ya noté en mí una calma. Mi cabeza dejó de tener tantos pensamientos, pude estar más tranquila, dormir y sentir paz. Los síntomas de las abstinencias fueron bajando de a poco. Aprendí cómo salir de los vicios, perseveré y hoy estoy libre. No tengo deseos de consumir, tengo a mi familia restaurada y un matrimonio unido”.
Participe del Tratamiento para la Cura Definitiva de Todos los Vicios, a las 15 h, en la Universal más cercana de usted.