Daniela Heredia sufrió desde antes de nacer, debido a la violencia que sufría su madre se adelantó el parto y ella nació prematura. A los siete meses fue víctima de un accidente eléctrico. “A raíz de esto sufrí bullying en la escuela, eso me acomplejó muchísimo, no le contaba nada a mi familia, solo me encerraba en mi habitación a llorar. Siempre me preguntaba porqué me había pasado eso.
El tiempo pasó y tenía muy pocas amigas, cuando a los seis años fui como siempre a la casa de la nena que era mi mejor amiga, su papá me hizo pasar y me dijo que ella me esperaba en la habitación. Yo, con toda mi inocencia, entré corriendo a buscarla y al llegar a la habitación veo que no estaba. No había nadie en la casa, excepto él, ahí noté que algo no andaba bien. Él entró a la habitación y me dijo que la podíamos esperar ahí, fue una mentira porque me sujetó y me sentó en sus piernas. En ese momento comenzó a manosearme, me decía que me quedara tranquila, pero yo lo empujé y salí corriendo.
Eso hizo que yo sintiera rechazo de los hombres, hasta de mi papá, jamás lo conté, ni a mi mamá ni a nadie porque no me animaba y a los 13 años intenté suicidarme tomando pastillas. Empecé a tener malas amistades, salía y terminé trabajando en boliches. Aparentaba ser una mujer segura, pero estaba depresiva. Eso me llevó a una vida sentimental frustrada. Tuve una relación muy violenta y me involucré con gente pesada del ambiente de la noche”, reconoce.
Ella intentó suicidarse dos veces más porque estaba depresiva y con miedo. En ese momento su mamá la invitó a la Universal. Desde el momento en que ella comenzó a participar de las reuniones fue liberándose de la depresión y de los traumas. “Ahora siento paz, tengo ganas de vivir y tengo un matrimonio maravilloso”, afirma sonriendo.
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