Desde muy joven, Abigail formó parte de un ambiente de fe, un lugar de refugio frente a las adversidades. Sin embargo, las circunstancias de la vida la llevaron a alejarse de ese camino. A continuación, relata cómo vivió durante ese tiempo.
“Asistía a la Iglesia Universal desde mi adolescencia, sin embargo, luego, al poner mi mirada en cosas que no provenían de Dios, me alejé por seis años. Fue un periodo muy difícil, porque empecé a probar cosas que me hacían mal. Así, caí en depresión y empecé a sufrir a causa de los complejos.
Intentaba llenar el vacío con relaciones de noviazgo, tomando alcohol y saliendo con mis amigos, pero me iba mal en todo. Me sentía sola aunque estuviera acompañada. Además, tenía malos pensamientos y comencé a cortarme el cuerpo. A raíz de todo lo que estaba viviendo, llegué al punto de tener intentos de suicidio.
Si bien conocía la Palabra de Dios y sabía que en la iglesia iba a encontrar la respuesta, no tenía fuerzas para volver. Hasta que un día tomé la decisión de hacerlo. Acepté la invitación de mi mamá y fui un viernes a la reunión.
Desde ese día, usé la fe, mi realidad empezó a cambiar, recuperé la paz, me sentí diferente y dejé de acomplejarme. Comencé a participar de las reuniones, me bauticé en las aguas para empezar a escribir una nueva historia y ahora mi vida está totalmente transformada.
Mi conquista más importante fue haber recibido el Espíritu Santo. Él hizo que yo volviera a ser feliz de verdad”.
Si te identificás con el relato de Abigail, es una señal para que vuelvas al lugar donde vas a recuperar la paz y la felicidad. No te dejes llevar por los obstáculos que intentan impedir tu regreso, como la vergüenza, los temores o las dudas.
Ella asiste a la Iglesia Universal ubicada en Av. Canepa 1846, Circuito Cinco, Formosa.