“Gracias a Dios, por Jesucristo nuestro Señor. Así que yo mismo, por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios, pero por el otro, con la carne, a la ley del pecado.” Romanos 7.25
La carne es débil, pero el espíritu es fuerte. Con mi razonamiento entiendo que es mejor obedecer las Leyes de Dios, sirviéndole de todo corazón. Pero la carne quiere llevarme a las emociones, y si utilizo el corazón en lugar de la mente, la derrota vendrá, haciéndome pecar contra Dios.