Existen ciertas mezclas que son altamente perjudiciales para nosotros. Cuando hacemos una combinación no aconsejable de ciertos alimentos con medicamentos, o incluso entre productos químicos, el resultado es desastroso. Cada uno de estos elementos, en sí, no hace ningún mal – al contrario, los alimentos, los medicamentos y los productos químicos nos ayudan de diversas formas, y son esenciales en nuestras vidas – pero el peligro está en la combinación entre ellos.
Así es la fe y el sentimiento. En su esencia, ninguno de ellos es perjudicial. ¿Qué mal hay en que creamos en algo que no vemos o en que sintamos alegría? Pero el problema está en la mezcla de estos dos elementos. Cuando se funden dentro de alguien, los resultados son los peores posibles.
La fusión entre la fe y el sentimiento lleva a las personas a actuar de forma irracional, tomando malas decisiones que van a destruirlas con el pasar del tiempo. El efecto destructivo de esta mezcla es justamente así, a largo plazo.
Ella es dulce al paladar, pero corroe el estómago. Al principio, se asemeja a algo especial, santo y puro, pero, cuando los resultados comienzan a surgir más tarde, muestran que es justamente lo contrario. En realidad, la fe y el sentimiento, juntos, forman algo despreciable, diabólico y altamente perjudicial.
En la práctica, esta mezcla hace que sus portadores dependan de sentir o de dejar de sentir algo para creer en las cosas de Dios, o sea, hace que la fe de ellos deje de ser fe. Y, sin la fe pura, es imposible tener cualquier unión con Dios, porque, conforme está escrito: …sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe… Hebreos 11:6.
No podemos unirnos a Dios ni agradarlo por medio de nuestro corazón. Por consiguiente, quien tiene su fe anulada por los sentimientos, no tiene nada que ver con Dios, tampoco Lo agrada – por más que aparente o crea lo contrario.
Las personas que se embriagan constantemente de esta mezcla peligrosa se vuelven débiles, inconstantes e indefinidas. Estos son cristianos en los momentos buenos y apartados en los momentos malos; fuertes cuando todo está a su favor y débiles en las adversidades; fervorosos en las alabanzas y fríos en la confianza y en la obediencia para con Dios. Y, todo el tiempo – sea dentro o fuera de la iglesia – son personas perdidas: no logran ver quiénes son ni hacia dónde están yendo.
Si usted ha sido controlado por los efectos de esta mezcla, aún hay tiempo para librarse de esta. Y he aquí la oportunidad: a partir de ahora, ignore sus emociones y viva la fe genuina – la fe sin mezcla -, que no depende de sensaciones para creer y estar bien.
Decida vivir por lo que está escrito, en vez de continuar viviendo por lo que sus sentidos logran procesar. Y, si usted ha sido atraído por la propaganda engañosa de esta mezcla, ni siquiera pruebe el primer sorbo. Él es lo suficientemente fuerte como para enviciarlo, y lo suficientemente suave como para conducirlo al infierno, mientras usted piensa que está trillando el camino hacia el cielo.