Yolanda Hertel hoy disfruta de su familia gracias a que puso su fe en práctica para alcanzar la vida que siempre quiso tener. Ella y Jorge, su esposo, se habían determinado a cambiar su situación.
“En la adolescencia me di cuenta de que no era feliz por más que tenía todo en mi casa. Conocí a quien hoy es mi esposo y estuvimos seis años de novios, cuatro años estuvimos bien y después comenzamos a discutir”, cuenta ella.
“Yo venía de una familia en que había discusiones verbales y violencia, mi papá tomaba los fines de semana y mi casa era un infierno. En la adolescencia intervenía en las peleas, mi papá me quería golpear y yo me iba de mi casa porque no quería levantarle la mano. A los diez años de edad comencé a trabajar”, cuenta.
Ellos se conocieron y comenzaron a salir, a los cuatro años ella nota que él le ocultaba cosas, pero siguieron juntos y dos años después se casaron. La rutina hizo que el noviazgo cambiara, hubo infidelidad de ambas partes, hablaron del tema y finalmente se casaron. “A los tres meses comenzamos a discutir por los problemas económicos, me faltaba todo, eso me hizo estar depresiva. Él no ganaba bien cuando nos casamos, porque habíamos perdido un negocio. La envidia nos había afectado seriamente”, recuerda ella.
Su primer hijo se enfermó de bronquitis y broncoespasmo y ellos gastaban en medicación todo lo que tenían. Esto derivó en más problemas porque había frialdad en la pareja, él la insultaba y ella lo agredía físicamente, querían separarse.
La madre de Jorge la invitó a Yolanda. Ella, a su vez, lo invitó a Jorge y comenzaron a transitar el camino de la fe. Allí aprendieron a luchar para revertir la situación que estaban viviendo. Ella perseveró en las reuniones y su salud fue restaurada, su matrimonio cambió y él consiguió un buen trabajo por lo que dejaron de pasar necesidades y lograron cancelar todas sus deudas. Además, a través de su fe conquistaron su casa propia.
“La primera vez que fui a la iglesia pude dormir a la noche siendo que yo vivía con insomnio, por fin tenía paz y ganas de vivir. Mi carácter cambió y empecé a tener proyectos”, cuenta ella. “Mi carácter también cambió, dejé de sentirme impotente porque aprendí a conquistar por la fe. Ahora estoy tranquilo, puedo darle a mi familia lo que necesita”, destaca él.
Ellos enfrentaron un momento difícil cuando Yolanda perdió un embarazo en el cuarto mes de gestación, esto hizo que su hijo se sintiera depresivo, se culpaba por lo sucedido, sin embargo, como ya estaban con Dios, buscaron Su consuelo. Tiempo después gracias a un propósito de oración ella logró quedar embarazada nuevamente y hoy disfrutan de la presencia de un nuevo integrante en la familia. “Con Dios aprendimos a superar todo”, finaliza Yolanda sonriendo.
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