Miércoles de Santa Cena con una revelación de Dios para Su pueblo, en el Templo de los Milagros.
David era un hombre que tenía el mejor ejército, la mujer que él más quería, pero cuando pecó perdió la paz, la alegría de la Salvación.
Tener la Alegría de la Salvación supera cualquier alegría de este mundo, el precio es el Arrepentimiento.
Características del arrepentimiento:
- Ver el pecado
- Confesar el pecado
- Detestar el pecado
Cuando la conciencia acusa, Dios acusa, cuando estamos en pecado no estamos en paz y los demonios se aprovechan de esa situación.
El mal trae la tentación pero es uno quien decide si caer en tentación o resistir.
“…Resistid, pues, al diablo y huirá de vosotros.” Santiago 4:7
Dios revela el pecado, lo confesamos y pasamos a detestarlo, si no detestamos el pecado, este volverá a tocar la puerta y uno volverá al mismo error.
El pecado me aleja de Dios y si no queremos alejarnos de Él, debemos alejarnos del pecado, odiarlo.
¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Romanos 2:4
Somos guiados al arrepentimiento porque Dios tiene bondad, tolerancia y paciencia con nosotros.
¿Cómo contestamos a la voz de Dios, a lo que Él nos revela?
La voz de Dios es a través Su Palabra, testimonios y a través de Sus Siervos Consagrados.
Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios. Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle. Mateo 21:28-32
Las piernas de la justicia son la Verdad y Disciplina.
Lo que nos condena es seguir en el engaño, la mentira y la indisciplina porque roba nuestra paz y no es parte de la Justicia.
Peor que el error y el pecado, es no confesarlo y no abandonarlo.
Dios nos habla la verdad, nos da la oportunidad pero si continuamos en el error, no debemos culpar ni a satanás ni a los demás.
Solo no cree quien no quiere.