El monte Sinaí está situado al sur de la península del Sinaí, al nordeste de Egipto. Tiene una altura de 2285 metros. El monte es un lugar sagrado ya que allí Dios prometió que el pueblo de Israel sería liberado de la esclavitud y sería conducido por Moisés a la Tierra Prometida.
El obispo Macedo en su blog, nos explica cómo fue que comenzó a gestarse el éxodo más importante de toda la historia:
“Y se le apareció el Ángel del Señor en una llama de fuego en medio de una zarza… Viendo el Señor que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés! … Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.”, (Éxodo 3:2-5).
“Si las sandalias no tuvieran una influencia negativa, Dios no mandaría que fueran quitadas. ¿Por qué quitarse las sandalias? El hecho es que la Presencia de Dios llenó el Monte de energía. El Monte estaba energizado, por la Presencia Gloriosa de Dios.
Las sandalias eran un aislante, eran la duda. Antes de que Dios le prometiera algo imposible a Moisés, que era la liberación de la esclavitud egipcia, dijo: “quita tu calzado de tus pies”; Moisés no podría escuchar lo que Dios le prometería con las sandalias en los pies. Sin sandalias, él sería un receptor de la Energía de Dios, y estaría sobre el monte Sinaí y delante de Dios, con toda su fuerza. En realidad, quien cree subirá al Monte Sinaí sin sandalias en los pies, sin dudas. Creo que quien no conquistó lo que debería conquistar es porque aún no se quitó las sandalias de sus pies (la duda).
Primero dijo: `No te acerques´; sin embargo, ahora, sin sandalias en los pies, Él le dijo a Moisés: ´Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.´, (Éxodo 3:10). Moisés subió sin energía, sin luz y apagado; pero, porque creyó, descendió lleno de Luz y con poder para enfrentar al diablo, en la persona del Faraón. Dios vio, oyó y descendió. ¿Usted cree? Quítese las sandalias de los pies y suba con toda su fuerza.
La santidad del Monte Sinaí
`Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector.´, (Ezequiel 28:14-16).
El diablo trabaja de día para impedir que usted suba al monte (Altar), y el mismo trabajo se hace incansablemente para lanzar fuera del monte a quienes consiguieron llegar y establecer allí sus vidas. ¿Por qué? Es simple. Eso se da porque, desde su creación, el diablo habitó en el monte santo de Dios y de allí fue expulsado. Él sabe lo que significa un ser humano con la vida en sacrificio en el monte.
Cuando hablamos de sacrificio, hablamos de vida total y completa en el Altar.
Cuando hablamos de Altar, hablamos de monte, y cuando hablamos de monte, hablamos de conquistas materiales, físicas, sentimentales, familiares y, sobre todo, de un único lugar en que la persona, puede estar salva y blindada contra todas las embestidas satánicas. Pues en el monte (Altar) somos poderosos en guerra, saltamos murallas y desbaratamos ejércitos”.
El monte es el lugar que nuestro Señor santificó para que habite allí “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios…”, (1 Pedro 2:9).
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