“Soy morena pero hermosa, oh hijas de Jerusalén, como las tiendas de Cedar, como las cortinas de Salomón. No os fijéis en que soy morena, porque el sol me ha quemado. Los hijos de mi madre se enojaron conmigo; me pusieron a guardar las viñas, y mi propia viña no guardé.” Cantares 1.5-6
En aquella época, la mujer tenía que justificarse por su apariencia … vea que ella no se justifica para el novio sino para las hijas de Jerusalén.
Sabemos bien como es, hoy en día las mujeres son criticadas en base a su apariencia. A la gente por lo general, no le preocupe quién usted es y sí su apariencia.
Según las anotaciones de la Biblia del Obispo Macedo, la referencia a las tiendas de Cedar se daba al hecho de que tenían un aspecto desgastado y polvoriento a causa de la continua exposición al sol y del polvo del desierto, pero su interior estaba lleno de riquezas.
Es decir, esa mujer trabajaba duro para ayudar a su familia, y no podía darse el lujo de quedarse sólo dentro de la tienda perfumándose con aromas. Ella vivía una vida normal, como cualquier mujer fuerte que también contribuye al sustento de su familia. Por supuesto que ella se quemaría por causa del sol …
Está claro que nosotras al envejecer, vamos a tener arrugas, la piel un poco más desgastada, las piernas con más celulitis, y más grasa en la barriga.
Pero, ¿qué dice nuestra sociedad sobre eso? Tan sólo tiene que ir a la consulta del dermatólogo y le aconsejará hacer un retoque por causa de sus ojeras, hacer un tratamiento láser en la piel, hacer sesiones y más sesiones para quitarle algunos centímetros de su barriga, y más cosas de ese estilo … un simple chequeo de los efectos del sol sobre su piel se convierte en una consulta sobre todo lo que está mal en su cuerpo. Y como esta mujer dice al final del versículo, me pusieron a guardar las viñas, y mi propia viña no guardé, es la realidad de muchas mujeres. Ellas hacen de todo para agradar a la sociedad o lo que los demás esperan de ellas y se olvidan de cuidar de ellas mismas.
Sí, nuestras arrugas son nuestras, salen con la edad, con las dificultades, con las lágrimas que derramamos. Son marcas en nuestro rostro de que pasamos por mucho, pero estamos aquí, firmes y fuertes. Nuestra piel puede no ser aterciopelada como cuando éramos jóvenes, pero es mucho más resistente a las quemaduras de la vida. Nuestras piernas tienen celulitis sí ¿y sabe por qué? ¡Porque no vivimos en el gimnasio y optamos por comer lo que nos apetece! Y nuestras grasas extras en la barriga son para recordarnos que ya no somos tan jóvenes como pensábamos y debemos aprender a vestirnos y comportarnos como mujeres adultas que somos.
Somo “imperfectas” pero hermosas.
En la fe.