¿Usted tendría el coraje – y sangre fría – para hablarle de Dios a alguien que acaba de secuestrarlo, que lo está privando de su libertad y que en cualquier momento lo ejecutará por orden de alguien?
Esta fue exactamente la actitud de una mujer que acababa de ser raptada cuando salía de un gimnasio, en la ciudad de Itu, en el interior de San Pablo, Brasil. Su marido, que la acompañaba en el auto de atrás, con el hijo de ambos – de 4 años -, vio toda la escena y se mantuvo “inmóvil” ante la situación.
Y no crea que fue una reacción espontánea, no. Él, en realidad, fue quien solicitó el crimen, pero, ¿vio cuando algo que iba a salir mal, termina saliendo bien? Pues fue en esta confianza que la mujer, sin posibilidad de sobrevivir a los ojos humanos, se mantuvo. Además ella decidió hablarle de Dios al hombre que la vigilaba en cautiverio en la ciudad de Indaiatuba, en la misma región a la que fue llevada.
La mujer cree que él fue tocado por Dios, porque ella le pedía que no le hiciera nada malo, que Dios tenga compasión de la vida de su secuestrador, que Él lo amaba y así ambos permanecieron 8 horas en el lugar.
También le recordó al hombre que ella tenía un hijo pequeño, hasta que, conmovido por la situación, él terminó contándole toda la verdad, que había sido su marido quien ordenó su muerte. Llamó a un taxi y la envió a la casa de sus padres.
Hasta ahora la mujer no logró entender que fue lo que llevó a su marido a planear su muerte, pero solo una cosa es segura: Dios le concedió el libramiento.
Y usted, ¿tiene dudas que fue Dios que la libró de aquel mal hombre? Comparta con sus amigos. Si usted estuviera en el lugar de esta mujer, ¿haría lo mismo?
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