Durante esta semana, publicaremos fragmentos del libro “Mujer V” de Cristiane Cardoso, para que sirva de reflexión
Ciñe de fuerza sus lomos, y esfuerza sus brazos.
(Proverbios 31:17)
Los ejercicios con los que más lucho cuando voy al gimnasio, son los de brazos. Cuando tengo que hacerlos, escojo las pesas más livianas, que aun así, siempre dejan mis brazos temblando. Esa Mujer V ciertamente era más fuerte que yo. Ella cargaba todas sus compras del mercado, caminando largas distancias; puedo imaginar cómo ella estaba en forma. Pero esta no es la fuerza a la cual la Biblia se refiere aquí; ¡sino alguna de nosotras tendría que pasar el resto de su vida en el gimnasio!
La fuerza física tiene sus ventajas, pero no llega a ser una necesidad para muchas de nosotras, especialmente para aquellas que tienen hombres fuertes en casa, como un marido o un hijo, (gracias chicos por ayudarme siempre). En tanto, la fuerza espiritual es una necesidad que todas nosotras tenemos, tanto las fuertes como las débiles físicamente. Cuando la vida nos da un golpe, nuestra fuerza física es inútil si no estamos en buena forma espiritual.
Una mujer fuerte seguirá adelante aun cuando todos en su entorno hayan presionado el botón de “pausa”. Una mujer fuerte no desiste. La Mujer V de la que hablamos sabía eso y por eso, ella se ciñó de la fuerza que iba a necesitar: su fe. Según el diccionario Lognman de inglés contemporáneo, la expresión “ceñirse de” significa prepararse para algo, especialmente algo difícil.
Eso es algo que pocos hacen. Todo el mundo siempre se preocupa con mantener la apariencia, la carrera, las finanzas, su estilo de vida, el círculo de amistad, las relaciones… pero, ¿y en cuanto al espíritu? ¿Quién está fortaleciendo el espíritu? ¿Quién se está preparando espiritualmente?
A los tres años de edad, mi hijo amaba cuando el padre lo ponía encima de un armario bien alto sólo para, con toda seguridad, lanzarse a sus brazos. Y después de cada salto, él siempre decía lo mismo: “¡otra vez, papá!”. Esa es una de las características más sorprendentes de los niños: creen. Ellos ni piensan en la posibilidad de caerse fácilmente de los brazos del padre… eso ni pasa por su mente. Mi hijo creía tanto en su papá que ponía su miedo de lado y simplemente saltaba. Él creía y eso lo hacía lo suficientemente corajudo como para saltar. Una de las cosas más fáciles que puedes hacer es creer; y te quedarías sorprendida de saber lo relacionada que está la fuerza con la creencia. Cuando no crees en ti misma, es cierto que fallarás en todo lo que hagas. Todo el mundo sabe eso. Es uno de los dichos más conocidos, pero raramente es practicado. Y la razón por la cual la persona no cree en sí misma es simple: tiene una mente débil.
La mujer que tiene la mente débil absorbe cualquier pensamiento malo que le soplan. Ella no es la única que tiene malos pensamientos, pero es del tipo que los acepta. Todas nosotras tenemos malos pensamientos de vez en cuando, por lo menos una vez por día, (eso sería en un día bueno), pero eso no significa que tengamos que abrirles las puertas de nuestra mente. No tienes que darles importancia; no necesitas ni siquiera notar su presencia. Siéntete a gusto para cerrarles la puerta en la cara. En realidad, si quieres protegerte a ti misma y a tu familia, es exactamente eso que debes hacer todas las veces que golpeen tu puerta.
Cuanto más lo hicieras, más te acostumbrarás y más respeto tendrás de ti misma por causa de la actitud positiva que demuestras en relación a ti y a tu propia vida. Es exactamente ahí que comienza tu fuerza.
Pero eso es apenas el 50 % de la fuerza que necesitas, y es una pena saber que muchas personas se apoyan apenas en ese 50%. Ellas creen en sí mismas, conquistan el mundo, pero no poseen el otro 50% de la fuerza para superar determinados infortunios y accidentes repentinos, como enfermedades, separaciones, infidelidad, decepciones, desastres y muchas otras situaciones que huyen de nuestro control. El otro 50%, obviamente, se refiere a la creencia en Dios. Es saber que Sus brazos estarán siempre listos para sostenerte en el caso de que saltes, te empujen o te caigas.
La Mujer V tenía el paquete completo. Ella tenía su propia fuerza y la de Dios también. Tener fe en Dios es la manera más eficiente de vivir bien y feliz. Puedes encontrar personas ricas y famosas sin esa fuerza en particular, y por eso siempre les faltará algo para que se sientan completas. Es triste saber que su sonrisa es apenas una fachada, pues fingen una satisfacción que en realidad les gustaría tener.
Esa actitud de fingir ser más fuerte de lo que realmente somos generalmente comienza en la adolescencia. Es interesante como muchos padres descuidan esa fase en la vida de sus hijos porque ellos mismos también se sintieron descuidados. Pero si lo analizas bien, verás que todo eso no pasa de una fachada. Como adolescentes, comenzamos a entender cómo funciona la vida. A esa edad es que comenzamos a comprender nuestros sentimientos y lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Como el descubrimiento del mundo adulto es una cosa tan nueva y extraña, muchas veces no sabemos cómo actuar.
Nos quedamos con mucho miedo de mostrar a las personas lo que está sucediendo y entonces decidimos colocarnos una máscara. En casa, no nos comunicamos, pues si hablamos mucho y pasamos más tiempo con nuestros padres, ellos van a descubrir lo que pasa en nuestra cabeza, y entonces será muy molesto oírlos hablar de algo que ellos mismos no entienden. En la escuela, procuramos encajar y como las personas no nos conocen tan bien como nuestra familia, mentimos sobre nosotros. Fingimos que no nos importan cosas que sí nos importan, fingimos que nos gustan cosas que en realidad no nos gustan, hacemos cosas que no queremos y hablamos de cosas que no conocemos.
Ahora, imagínate a todo el mundo haciendo eso al mismo tiempo. No es de espantarse que las adolescentes estén tan desvalorizadas. Los adultos las juzgan equivocadamente. Los adolescentes, de un modo general, y la mayoría de las veces, están a un paso de hacer exactamente lo opuesto de aquello que los adultos les aconsejan. Quieren conocer el mundo, cometer sus propios errores y aprender a vivir a la manera de ellos. Y aquella bolita de nieve luego se torna una avalancha.
Esas jóvenes mujeres creen en sí mismas lo suficiente como para dejar sus familias, vivir una vida independiente y lanzarse rumbo a un futuro incierto. Pero la fuerza de ellas está apoyada en su pequeño ser que es sujeto a errores y decisiones equívocas. No siempre la vida va a ser como a ellas les gustaría que fuera, y muchas de ellas acabarán viviendo la misma vida de sus padres. Y así, el ciclo continúa. Ellas crecen e intentan dar a sus hijos los mismos consejos que sus padres intentaron darles cuando ellas eran adolescentes, pero sus hijos se comportan exactamente de la misma forma que ellas se comportaron… y la vida continúa siendo aquella triste historia sin fin.
Si una fe activa hubiese sido incluida a lo largo del camino, las cosas habrían sido diferentes. Su fuerza habría sido suficiente y ellas habrían evitado el ciclo de desastres. La fe activa no es del tipo de fe que comúnmente vemos a nuestro alrededor; no se trata de ser religioso o de ir a la iglesia todas las semanas. Tener una fe activa es tener una relación con Dios. Tú Lo conoces, hablas con Él, Lo oyes, haces Su voluntad, vives de acuerdo con Sus deseos, Lo sirves.
No puedes tener una relación verdadera con Dios sin abandonar buena parte de aquello que eres y quieres. Te contaré cómo fue que eso sucedió conmigo en particular.