Seguiremos publicando fragmentos del libro “Mujer V” de Cristiane Cardoso, para que sirva de reflexión
Considera la heredad, y la compra, y planta viña del fruto de sus manos.
(Proverbios 31:16)
La semana que viene estará ocupada… las compras del mercado, compromisos, visitas, pagos, exámenes, reuniones, informes, limpiar, cocinar, trabajar, aconsejar, hacer compras, leer… pones todo en el papel, te rascas la cabeza y aquellas nuevas líneas en la frente comienzan a formarse…
A veces, nuestros quehaceres toman todo nuestro tiempo y no nos resta casi nada para cosas nuevas, ideas nuevas, oportunidades nuevas.
Las oportunidades son como tesoros escondidos y las pistas no son muy claras, pocas de nosotras las entienden. Pero, al mismo tiempo en que controla sus finanzas, la Mujer V también observa nuevas oportunidades de aumentar sus ganancias. Ella podría usar su ganancia para comprar ropa nuevas para su familia, pero ella decide invertir su dinero para aumentar los ingresos de su familia… Decide plantar una viña. ¿Quién pensaría así?
Las personas que están siempre en búsqueda de nuevas oportunidades miran desde arriba y por eso ven más lejos. Ellas ven las cosas que no están tan “en sus narices”. Por eso son diferentes; por eso se destacan. Hacen cosas que nadie piensa hacer. Parecen estar siempre un paso más adelante. Toman más iniciativa.
Y cuando tomas más iniciativa, ciertamente encuentras más oportunidades. Estoy cansada de escuchar a las personas quejándose que nunca tienen oportunidades mejores en la vida, pero son exactamente ellas las que se quedan esperando que algo suceda. Esperan, esperan todos los días, todas las semanas, todos los meses, todos los años. Y siempre se dicen a sí mismas: “quizás tenga más suerte la próxima vez”.
La complacencia mata las oportunidades. Si te conformas con hacer las mismas cosas todos los días, acabarás perdiendo lo mejor que la vida tiene para ofrecerte. Vivir es cambiar, es convertirse en una persona mejor, es hacer mejor, es crecer… la vida está llena de oportunidades, no importa de dónde hayas venido, dónde vivas, quién seas o quién hayas sido. El futuro depende de nosotras, de lo que hacemos hoy. Si no hacemos algo diferente, el futuro probablemente sea peor.
En diciembre del 2007, mi esposo fue transferido a Texas. Estábamos acostumbrados a mucho trabajo en Londres: reuniones diarias, reuniones semanales con los pastores, programas de TV y radio, reuniones con los líderes de grupo y mucho más. Nos sentimos un poco presos al llegar en Houston y descubrimos que sólo haríamos reuniones tres veces por semana.
Después de un mes en Houston, comenzamos a descubrir que no había un grupo joven activo en la iglesia. ¿Pero, quienes éramos nosotros para decirle eso a la dirección? Entonces comenzamos a orar; pero, como todas nosotras sabemos, la oración siempre tiene una respuesta del tipo: “¿Qué harás con respecto a eso?”. Y fue ahí que decidimos pedir permiso para trabajar con el grupo joven también.
Comenzar un grupo joven no es nada fácil. Nuestra iglesia en Houston casi no era frecuentada por jóvenes y los pocos que venían se sentaban allá atrás, masticando chicle. Tuvimos que despertar en nosotros una paciencia que hacía ya algún tiempo estaba adormecida dentro nuestro. Las reuniones con los jóvenes nos causaban cansancio mental, principalmente porque no veíamos el resultado de nuestro trabajo. Pero no desistimos. Comenzamos a buscar ideas en otros líderes del grupo joven, pasamos a ser creativos, comenzamos a hacer cosas que nunca habíamos pensado hacer, y la situación comenzó a cambiar.
Hoy, el grupo joven que comenzamos hace dos años ya se esparció por muchas otras ciudades de Texas y de América.
Vimos la necesidad y en vez de señalar, encontramos una solución para el problema. Encontramos una oportunidad, tomamos la iniciativa y sacrificamos.
Descalificada y con un pasado comprometedor
María Magdalena fue liberada de siete demonios. La Biblia no dice específicamente cuáles eran sus problemas, pero ella ciertamente sufría espiritualmente.
A partir del día en que fue liberada, María vivió para servir al Señor Jesús. Ella estaba eternamente agradecida y donde el Señor iba, allá estaba ella, sirviéndolo a Él y también a Sus discípulos. La mujer no se hartaba de su nueva fe; era como si sus ojos finalmente hubiesen sido abiertos después de una vida entera de ceguera.
Pero su Señor no permaneció en la tierra por mucho tiempo; todo sucedió de un día para otro, a medida que lo veía sufrir la muerte más maldita de la historia, colgado en una cruz. María estaba entre los pocos seguidores del Señor Jesús que permanecieron a Su lado durante Su muerte.
Ni bien terminó el sábado, ella y algunas de sus amigas que sentían lo mismo por el Señor Jesús, rápidamente se encaminaron a Su tumba. Su muerte estaba llena de controversias. Algunos estaban totalmente a favor, y otros, totalmente en contra; pero los que estaban a favor eran más poderosos. Como siempre sucede en este mundo, el mal siempre va adelante.
En realidad, María Magdalena estaba arriesgando la propia vida al visitar la tumba del Señor Jesús. Soldados romanos deberían estar vigilando el lugar, pero aun así ella fue, le habían quitado la razón de su vida. Ella ya no tenía más motivos para vivir para sí, por lo menos era lo que pensaba. Pero al llegar allá, no había soldados y la tumba estaba abierto. Todo lo que ella encontró fue el paño que envolvía el cuerpo del Señor Jesús.
María lloró amargamente, pensando que había demorado demasiado para venir a ver a su Señor. Pero un Ángel vino a su encuentro y habló con ella y con sus amigas:
Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho. (Mateo 28:5-7)
Y porque creyeron, “Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a Sus discípulos” (Mateo 28:8). Observe que salieron corriendo… ¡eran mujeres dinámicas!
El Señor Jesús tampoco esperó mucho; Él las encontró en el camino y dijo: “¡Salve!”. Después de tanto amor y devoción hacia Él, incluso en tiempos difíciles, Él tenía que mostrarse a ellas primero.
Eso va en contra de aquellos que piensan que la Biblia tiene un carácter machista. Después de realizar el mayor sacrificio de Dios por la humanidad, Él tuvo la deferencia de presentarse primero ante una mujer, que no era mejor que nadie, pero que estaba allí.
María y sus amigas no esperaron hasta que las cosas volviesen a la normalidad, no esperaron que los discípulos les dijesen lo que debían hacer, no esperaron que alguien llamase o les dieran cualquier noticia. Ellas fueron hasta la tumba sin importar lo que les podría suceder. Es así que surgen las oportunidades.
Dios va al encuentro de aquellas que van a Su encuentro. Ellas no necesitaban ser perfectas, sólo necesitaban tomar la iniciativa. Él generalmente muestra las oportunidades a aquellas que son sensibles a Su voz, pero cabe a ellas tomar la iniciativa y hacer algo en relación a Su sugerencia. Ellas pueden tanto oír, encontrar interesante y desear que alguien haga algo; como también pueden oír, encontrar interesante y entonces hacer algo.
Vea como una simple iniciativa cambió la vida de María. Ella pasó a tener una nueva perspectiva de vida al saber que el Señor no estaba muerto, Él estaba vivo y con ella.
La Mujer V no se queja por la falta de oportunidades, ella va en búsqueda de las oportunidades. Las propias circunstancias a su alrededor pueden darle una pista de lo que debe hacer, sólo necesita mirar para encontrarla.
Si te quedas esperando que las oportunidades golpeen tu puerta, nunca las encontrarás. Tienes que salir y buscarlas; solo así las encontrarás.
¿Qué estas esperando que suceda en tu vida?
¿Qué iniciativas puedes comenzar a tomar a partir de hoy que pondrán fin a la espera y darán inicio al proceso de conquista?