¿Quién no conoce a alguien insoportable en la convivencia, que sea avaro, infiel y que no le importe llevar una vida correcta? Abigail convivió con una persona exactamente así: Nabal, su propio marido (1 Samuel 25:3). Pero lo logró fácilmente porque era íntegra, bondadosa y tenía compasión por las personas.
Y tener compasión hoy en día, es casi una dádiva de Dios ¿no es cierto? Lidiamos con tantas personas diariamente – o intentamos – que demuestran que quieren perjudicar la vida de quienes están a su alrededor. Y fue en una situación como esta que Abigail intervino y logró amenizar una pelea entre su marido y los guerreros de David (1 Samuel 25:25).
Todo comenzó cuando Nabal insultó a los hombres de David, en lugar de tener un corazón agradecido, después de haber recibido ayuda por parte de ellos (1 Samuel 25:10-11). Fue entonces cuando Abigail se dispuso como una persona pacífica, calmando el corazón de David, para que no tomara venganza (1 Samuel 25:18).
Además de darle la comida que ellos pidieron, se acercó a David para pedirle que desistiera del enfrentamiento que, con toda seguridad, mataría a muchas personas. Abigail fue más que valiente, fue una persona íntegra y fiel, porque inmediatamente después le contó a su esposo todo lo que había hecho (1 Samuel 25:37).
Actuando como Dios quiere
¿Ha sido usted pacífico en situaciones difíciles entre las personas? ¿O acaso realmente le gusta ver a todo el mundo discutiendo y gritándose para resolver todos los problemas?
Abigail fue pacífica, pero no pasiva. Ella le podría haber ocultado a Nabal que habló con David, podría también haber dejado de lado toda la historia, porque sería una buena oportunidad de librarse de un marido violento. Pero no lo hizo. Abigail no le imploró a David que no fuera vengativo, sino que expuso sus ideas, recordándole sobre su integridad y sobre su futuro reinado (1Samuel 25:29-31). Ella fue sabia y fiel.
En medio de tanta confusión, Abigail actuó como Dios deseaba: misericordia hacia su marido impertinente, paz entre los hombres e integridad para el futuro rey. Ella muestra cómo debemos actuar con esas personas que son difíciles de lidiar, como un marido complicado, hijos en la adolescencia, un compañero de trabajo malhumorado, personas que protestan por todo y tantas otras situaciones complicadas del día a día.
Hacer lo ella hizo es tener sabiduría y amor por el prójimo. A veces, la situación es tan caótica en lo que respecta a vínculos, que muchos tienen ganas de desaparecer, de no hablar con nadie más, de excluirse de ese núcleo de personas. Pero, ¿es eso lo que Dios quiere que hagamos? ¿Cómo podemos dar testimonio de Su poder, si no sabemos convivir con personas difíciles?
Parece algo imposible, pero Abigail lo logró en una situación que involucró riesgo de muerte de varias personas. No tuvo miedo de hablar, de resolver la situación y de ser sincera. Fue pacífica y un canal de Dios para evitar más desentendimientos.
La compasión y la bondad deben formar parte de nuestro carácter, como Abigail. Solo con esas características seremos capaces de entender y, sobretodo, de amar a personas tan difíciles como Nabal.
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