¿Vio a esas mujeres lindas que llaman la atención a su paso? De tan perfectas que parecen, ni siquiera pasa por nuestra cabeza que puedan ser infelices. Pero pueden.
Con seguridad usted ya escuchó la historia de alguna mujer así y pensó: “Caramba, pero parecía que ella era muy feliz”. Quizá usted pensaría lo mismo si conociera a Raquel, una mujer de hermoso parecer (Génesis 29:17), que atrajo a Jacob. Para poder casarse con ella, él se ofreció trabajar para Labán, padre de la muchacha, durante 7 años (Génesis 29:18-20). Pero su suegro lo engañó.
Después de los 7 años, en lugar de entregarle a Raquel, Labán le entregó a su hija Lea, la mayor, quien debía casarse primero (Génesis 29:23-26). Como estaba oscuro, Jacob no se dio cuenta de quién era.
Podemos decir que los años que Raquel esperó a su marido fueron robados, y por su propia hermana, con la ayuda de su padre. Una historia triste, que el amor de Jacob superó, porque él no renunció a ella y trabajó 7 años más para tenerla en sus brazos (Génesis 29:27).
La historia dio como resultado la rivalidad entre ambas hermanas, quienes se disputaban la atención de Jacob. A pesar de ser linda y deseada por su marido, Raquel no podía tener hijos, pero Lea, la no amada, era fértil (Génesis 29:31).
Y con la esperanza de poseer el amor de Jacob y provocar a su hermana, Lea tuvo varios hijos (Génesis 29:32-35). Por eso, Raquel dejó que el sentimiento de envidia entrara en su vida. Se desesperó y le ofreció a su sierva para que Jacob tuviera relaciones y le diera hijos, como si fueran de ella. Y así sucedió (Génesis 30:3-8). La historia continúa con Jacob teniendo muchos hijos, inclusive de Raquel, quien después recibió el milagro de ser madre (Génesis 30:22).
Sea feliz con lo que tiene
¿Ha visto repetirse esta historia en los días de hoy? Hay mujeres que no son felices con lo que Dios les da, o no tienen paciencia para esperar lo que Él tiene para dar. Raquel era bonita y tenía el amor de su marido. A él no le interesaba si podía o no, tener hijos. Él fue hasta el fin para tenerla como esposa, y eso era lo que importaba. Ese amor debería satisfacerla. Pero la envidia y el deseo de tener y ser más que su hermana, la poseyó.
La belleza exterior no muestra lo que la persona es por dentro. Muchas creen que son amadas solamente por ser bonitas, y no por lo que realmente son. Eso hace que se sientan solas.
Entonces, la próxima vez que vea a una mujer que le llama la atención, no se sienta mal por no tener sus mismos encantos; agradézcale a Dios por todo lo que usted es, por lo que conquistó y por las personas que están a su alrededor.
[fotos foto=”Thinkstock”]
[related_posts limit=”4″]