Era un nuevo tiempo. Josué había muerto y gobernaba a Egipto un nuevo Faraón. Él comenzó a notar que el pueblo hebreo se había multiplicado y no le gustó saber eso (Éxodo 1:6-9).
Por esta razón, hizo que los egipcios les aumentara la carga de trabajo en las obras y los hizo esclavos en todo tipo de trabajo, para que no pudieran multiplicarse; sin embargo, no servía de nada (Éxodo 1:11-14).
Entonces, les ordenó a las parteras Sifra y Fúa, las principales en esos tiempos, que mataran a los niños cuando nacieran. Ellas permanecieron allí, solamente escuchando esas ordenes sin pudor, pero no las obedecieron porque temían más a Dios que al Faraón (Éxodo 1:15-17).
Como el Faraón notó que no estaban matando a los niños recién nacidos, las llamó. Sin embargo, ellas tenían la respuesta en la punta de la lengua. Sifra y Fúa argumentaron la supervivencia de los niños diciendo que las mujeres hebreas eran muy fuertes y tenían a sus hijos antes de que llegaran las parteras.
Y así ayudaron al futuro de Israel salvando a miles de niños de la muerte. Por ese motivo Dios las bendijo como madres de familias (Éxodo 1:18-22).
Dios por encima de todo
¿Hasta qué punto usted está preparado para no negar el nombre de Jesús? ¿Usted sería capaz de desobedecer una orden de un superior para no desobedecer a Dios?
Dios espera que seamos fieles a Él. Que por amor a otras personas dejemos nuestros miedos de lado, nuestros deseos y hablemos de quién es Jesús y de su salvación, sin tener en cuenta que lo señalen ni los prejuicios de la sociedad.
Que seamos corajudos para llevar el amor y la vida, y no indulgentes con la guerra y la muerte.