Es difícil creer que una vecina va a enamorarse de otra, incluso estando casada con un hombre. Pero fue eso lo que sucedió con la musulmana Polly Chowdhury, 35 años, y Kiki Muddar,43 anos, en Essex, región este de Londres. Polly entonces dejó al marido para vivir con Kiki. Una relación que sería solo el inicio de un crimen atroz.
Polly, quien tenía una hija de 8 años, Ayesha Ali (foto de arriba), fue convencida por la compañera de que la niña estaba “poseída” y necesitaba castigo. Eso era necesario, según ella, para “cerrar los portones del infierno”. A partir de allí las dos comenzaron a maltratar a la niña, como parte de un ritual para “liberarla” de los espíritus malignos. Las sesiones de tortura no tenían límites. Además de frecuentes golpizas, Ayesha era obligada a bañarse con agua helada y era arrastrada por el piso del baño para “librarse” de las fuerzas ocultas.
Kiki, la mentora de las fantasías, le habría presentado un novio ficticio por Facebook a la compañera, y Polly estaba convencida de que podría tener relaciones sexuales “paranormales” con él por medio del cuerpo de la compañera.
La relación bizarra entre las dos involucraba rituales sadomasoquistas, personajes, ángeles y espíritus. La madre de la niña llegó a darle una mordida en el hombro a la propia hija inducida por la compañera, que creía ser vampira. Kiki enviaba millares de mensajes por el Facebook, a diferentes cuentas, como si fuesen “espíritus”, instigando el odio de Polly contra la hija. Esos tales “espíritus” decían que la hija merecía sufrir, ya que ella era del mal y jamás lograría ser disciplinada.
El crimen
En el ápice del tormento – 1 mes antes de morir -, la pequeña niña se desahogó escribiendo sobre cómo a ella le gustaría ser lo “suficientemente buena” para las personas. Ella se prometía a sí misma que cambiaría y no entristecería más a nadie. Las mujeres la hicieron creer que ella merecía ser castigada, cuando, en realidad, estaba siendo víctima de graves abusos.
Después de una secuencia de torturas – incluyendo una golpiza, tentativa a ahogo en la bañera y un corte en la cabeza-, la niña fue encontrada muerta en el piso del cuarto de la propia casa por el Servicio de Emergencias Londinense. Tenía bajo peso y 56 lesiones diferentes por todo el cuerpo. El crimen sucedió en agosto del 2013, sin embargo, solamente ahora las asesinas (foto de arriba, con Polly a la derecha) responderán por el homicidio.
El padre de la niña describió a la ex mujer como una esposa perfecta, de buen corazón y que siempre colocaba a las personas por encima de ella. Pero, según él, Polly cambió su comportamiento con la llegada de la vecina y se volvió irreconocible.
¿Por qué ellas actuaron así?
En el juicio de ambas, todos se sorprendieron con los detalles de la historia. La madre – que intentó cortarse las venas después de lo ocurrido – les confesó a los jueces que solamente ahora se habría dado cuenta de cómo fue engañada por las fantasías de la compañera y, en la búsqueda de “terminar el sufrimiento espiritual de la hija”, llegó a una tragedia.
Esa especie de “lavado cerebral” ha dominado a muchas personas. Motivadas por la religión o no, esas personas son cegadas por las fuerzas del mal. Ellas quieren encontrar paz, de alguna manera, y cometen atrocidades en el nombre de una fe ciega.
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