Jesús le dijo a Nicodemo que si él no nacía nuevamente no iba a poder entrar en el reino de Dios. Él, a su vez, no comprendió y quiso saber de qué manera podía suceder eso. Respondió Jesús: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” Juan 3:5
La Salvación solo es conquistada por la fe. Sin embargo, muchas personas, en vez de abrirle el corazón al Señor, se dejan llevar por las emociones. Cuando van a la iglesia se emocionan con las canciones, con las oraciones y con los mensajes; llegan incluso a recibir alguna gracia, pero continúan viviendo de la misma forma, permanecen en la carne.
De hecho, lo que sucedió no fue una conversión, sino un convencimiento. La “certeza” de que nació del Espíritu está solamente en el intelecto; no obstante, su corazón no cambió, continúa viviendo conforme los patrones de la antigua criatura.
El apóstol Pablo dijo que si alguien está en Cristo es una nueva criatura, las cosas viejas quedaron atrás, y todas las cosas se hicieron nuevas. Por lo tanto, de no haber un nuevo nacimiento, no habrá una transformación de vida; la vieja criatura continuará dominando.
Jesús dijo que, para seguirlo, sería necesario renunciar a todo y tomar su cruz, diariamente. Eso implica una decisión de fe y no solamente por la emoción. De lo que las personas no tienen consciencia es de que la supuesta fe que poseen no pasa de una emoción, y nunca de una fe real. “El justo vivirá por la fe”, dijo el Señor, a través del profeta Habacuc. La nueva vida en Cristo se conquista, no por las emociones, sentimientos o buenas obras, sino por la fe.
Lamentablemente, muchos han confesado al Señor Jesús solo con los labios, mientras el corazón continúa distante de Él.
La persona que ha pasado esa experiencia debe examinarse a sí misma para obtener una respuesta: ¿es solamente una frecuentadora de iglesia? Aunque haya tomado la decisión de estar al lado de Jesús, ¿trae dentro de sí las mismas pasiones de la vieja criatura?
Si nada cambió en su corazón, es porque algo está mal. Aún no aceptó a Jesús como Salvador de su vida. Cuando la persona es nacida de Dios, no hay nada que pueda impedirle conquistar la victoria.
Si alguien desea tener un encuentro verdadero con el Señor Jesús, esté donde esté, debe invocarlo de todo corazón. Ciertamente, el Espíritu Santo actuará en su vida, transformándolo en una nueva criatura y testificando con su espíritu, que es un hijo o una hija de Dios.
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