“Entonces Abraham oró a Dios; y Dios sanó a Abimelec y a su mujer, y a sus siervas, y tuvieron hijos.” Génesis 20:17
Abraham no estaba envidioso de Abimelec, porque su esposa y sus sirvientes podían tener hijos, y Sara todavía no, porque sabía que lo que Dios tenía para él era, infinitamente, mayor.
“Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti.” Génesis 17:6
“Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella.” Génesis 17:16
Abraham no tuvo envidia de Abimelec, porque lo máximo que él, su esposa y sirvientas podrían tener eran hijos, pero lo que Dios tenía para Abraham y Sara era eterno.
Dios no solo quería que ellos tuvieran un hijo, sino que generasen naciones y reyes.
Lo que Dios tiene para nosotros los que tenemos la visión de Abraham es, infinitamente, mayor que cualquier conquista de este mundo.
¡Dios quiere que generemos naciones y reyes!