Es muy difícil ayudar a una persona orgullosa. Su orgullo no la deja reconocer que necesita ayuda, y mucho menos aceptarla. A veces me pregunto, ¿existe alguna esperanza para esta persona?
Por otro lado, no pienso que las personas orgullosas se vuelvan orgullosas por decisión. No puedo imaginar que la persona un día haya decidido:
“¿Sabes qué?, de ahora en adelante voy a ser orgulloso.”
Por lo tanto, el orgullo entró en ellas sin que se dieran cuenta. ¿Pero cómo?
Yo no tengo la respuesta. Pero pienso que una razón es que ellos se apasionaron por sí mismos. De alguna manera, ellas comenzaron a admirar mucho más sus propias cualidades por encima de las de las demás personas, al punto de despreciarlas o creerlas inferiores.
No me entienda mal: todas las personas necesitan una buena dosis de amor propio. Esto es bueno y saludable. Pero las personas orgullosas lo llevan más allá.
No es por casualidad que Dios requiere que las personas lo amen por encima de sí mismas.
Si alguno viene a Mí, y no aborrece a su padre y madre, a su mujer e hijos, a sus hermanos y hermanas, y aun hasta su propia vida, no puede ser Mi discípulo. Lucas 14.26
La única seguridad que tenemos contra el orgullo es amar a Dios por encima de todo, de todos y de nosotros mismos.
Por lo tanto, es imposible que una persona conozca y ame a Dios y sea orgullosa.
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