El sufrimiento de Verónica Gómez comenzó en su infancia tras la separación de sus padres. Luego, formo pareja pero fue víctima de agresiones físicas y verbales. “Me había cansado del maltrato y la humillación constantes así que después de cinco años me separé de él. No soportaba vivir así por lo que intenté suicidarme tres veces. Había adelgazado mucho, tenía anemia, hemorragias y dolores terribles, estuve un mes en cama pero me daba vergüenza ir al médico.
Después de dos años conocí a quien hoy es mi esposo. Yo trabajaba, pero él no tenía trabajo estable, los primeros años fueron maravillosos, pero todo cambió para mal. Se tenía que hacer lo que yo decía, sino gritaba, lo humillaba y lo maltrataba. Yo no lo dejaba opinar, estaba siempre a la defensiva, mis actitudes hicieron que hubiera rechazo y frialdad en el matrimonio, y nos separamos.
Volví a la casa de mi mamá, estaba desesperada, en esa situación decidí buscar a Dios en la Universal. Participé de las reuniones y de a poco fui cambiando. Invité a mi marido a participar de las reuniones también, de a poco fuimos dejando los vicios y fuimos libres del peso que cargábamos. El proceso fue duro, pero nuestro matrimonio fue transformado, hoy podemos dialogar y mis hijos son felices. Para llenar el vacío que había en mi interior fue fundamental buscar la presencia de Dios y participar del Ayuno de Daniel. Es una experiencia que recomiendo a todos los que necesiten tener paz en su vida”.
[related_post themes=”flat”]
[related-content]