YO ERA UN MANIPULADOR dentro de mi matrimonio. Cuando Cristiane me contrariaba, yo le negaba todo tipo de afecto. Permanecía en silencio, evitaba mirarla, no la tocaba, buscaba vivir mis días como si no necesitara de ella para nada. Era el tratamiento del silencio.
Mi objetivo era forzarla a que se humillara ante mí, a que implorara mi perdón, a que trabajara para tener mi amor de nuevo. (Duele tan solo recordarlo…)
Pero yo no tenía plena conciencia de que estaba manipulando. Mis habilidades de relación eran severamente deficientes y yo no lo sabía.
Es por eso que el amor tiene que ir a la escuela. Si no aprendemos a amar y a recibir amor, continuaremos hiriendo y siendo heridos.
No basta amar. Hay que saber amar.
Todos nosotros aprendemos alguna forma equivocada de amar y recibir amor. Por eso, todos necesitamos hacer una reeducación amorosa. Sea usted un joven que aún ni piensa en ponerse de novio o una persona madura con más de 50 años de casado — se sorprenderá con lo que el amor inteligente tiene para enseñarle. Y cómo será feliz si lo practica.
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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