Larissa dejó su comentario en el post “¿Por qué Dios permite que gente buena muera pronto?“
Yo amaba a mi papá.
Él era un padre maravilloso y una muy buena persona. Me iba a buscar a la escuela todos los días, me llevaba a pasear, siempre dándome cariño, atención y amor…
Pero cuando tenía 6 años, él, mi hermana mayor por parte de madre y yo decidimos viajar a Bahía para visitar a unos parientes nuestros que vivían por allá. Cuando nuestra estadía se terminó, él estaba yendo a abastecer el auto y se desmayó. Lo llevaron al hospital y lograron reanimarlo. Mis hermanos, que vivían allá, fueron a donde él estaba y murió sin que yo pudiera hacer nada. Debía haberle dicho que era el mejor padre del mundo y que igual a él no iba a haber nadie más. Él murió, y desde entonces no creo más en Dios. Tengo 12 años (cumplo 13 en Abril de este año) y me introduje en la Ciencia. Me considero una muchacha de la Ciencia. La religión para mí no tiene más el menor sentido. El sentimiento que recuerdo cuando intento conversar con Dios es de rencor. No tengo el menor miedo de ir al Infierno porque lo he vivido desde la muerte de papá. No le tengo miedo al Diablo porque, en mi visión, ¡es despreciable!
Me diagnosticaron anorexia nerviosa, depresión y TOC (Trastorno-Obsesivo-Compulsivo). Ya no tengo ni las más mínimas ganas de ir a la Iglesia. Ya no siento tanta felicidad. Me considero una cápsula vacía de sentimientos. Soy la más callada en mi grupo de amigos y la más fría. Me gusta ser sarcástica e irónica. El dolor me sujeta y no me quiere dejar más. Mis amigos y familiares intentan animarme, pero no entienden que no quiero ser salva.
Larissa, yo perdí a mi padre a los 12 años. No, él no murió, pero murió para mí en esa época, cuando descubrí que estaba traicionando a mi madre con una amante. Quien quiso morir fui yo. Y también Le pregunté a Dios por qué. Ese dolor estuvo conmigo durante mucho tiempo. Pero el dolor se convirtió en fuerzas dentro mío y aún hoy, más de 28 años después, todavía me fortalece.
De forma extraña, fue lo mejor que podría haber sucedido en mi vida. Todo lo que conquisté y en lo que me convertí hasta hoy comenzó desde ese punto. Hoy no Lo cuestiono más a Dios, sino que Le agradezco.
Dice el dicho: “Lo que no te mata, te fortalece.”
Mire cómo usted se fortaleció durante estos últimos años. Descubrió que la religión no tiene ningún sentido — muy buen descubrimiento, realmente no tiene sentido. Se dedicó a la Ciencia y por eso está muy adelantada de la mayoría de las demás muchachas y muchachos de su edad. Su lenguaje está años más adelante que muchos profesores. No le tiene miedo al diablo pues él realmente es despreciable. Usted es una joven muy, muy fuerte. ¡Y aún no tiene 13 años! Imagínese cómo esa fuerza podrá ayudarla los próximos años. Imagínese si deja que Dios le muestre el buen propósito que tiene para usted con todo lo que sucedió.
Yo creo que lo peor que sucedió en su vida se convertirá en lo mejor, así como en la mía. Voy a orar por usted ahora mismo. Y después de eso, usted también va a conseguir hablar con Dios sin sentir rencor.
Que Dios le bendiga.
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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