Cuando hay que hacer una presentación, el cuerpo tiembla. Cuando hay que conversar con alguien que conoce poco, la voz casi no sale. ¿Y si aquel muchacho la invita a salir, entonces? Mejor ni hablar. Esos son tan solo unos ejemplos, pero muchas mujeres son víctimas de un comportamiento que las deja rojas todas las veces que están en una situación diferente de la usual: la timidez.
Es un problema en muchos casos, porque involucra inseguridad. El psicólogo Philip G. Zimbardo, de la Universidad de Stanford (California), creó la primera clínica destinada al análisis y al tratamiento de la timidez. En sus investigaciones, llegó a la conclusión de que el 80% de las personas entrevistadas (5.000 en total) ya pasaron por algún momento de inhibición y juzgaron eso como algo negativo o indeseable.
“Puede interferir en todas las áreas de la vida, perjudica la autoestima, la relación con el cuerpo. También hace que la mujer sienta miedo de perder el control en algunas situaciones, o sea, tienen temor de equivocarse que la aprisiona”, explica Mirian Lopez, psicóloga, posgrado en sexualidad humana por la Facultad de Medicina de la Universidad de San Pablo (USP).
¿Cómo enfrentarla?
Flávia Chaves Duarte, de 30 años, (foto de al lado) dice que desde la infancia era tímida. “Recuerdo que me aislaba en la escuela y, en el medio de los compañeros, casi no hablaba. Siempre fui muy inteligente, pero cuando tenía algún tipo de trabajo o tarea en la que necesitaba hablar en público, me trababa y hacía todo para huir de esa actividad”, cuenta.
En su adolescencia la situación no cambio: la joven tenía muchas dificultades para hacer amistades, sacarse dudas académicas y exponer opiniones. “La timidez también me estorbó mucho para entrar en el mercado de trabajo. Participar de una entrevista de empleo siempre era una tortura”, recuerda.
La timidez era tanta que algunos compañeros de la sala de clases llegaron a creer que Flávia era muda y eso la hizo reflexionar sobre su postura en la vida. “Tenía 20 años y me veía en el mismo lugar, sin avanzar, sin empleo, con la vida sin color, sin amistades, aislada de todo, mientras las mujeres de mi edad estaban buscando su felicidad. Con ese sufrimiento, decidí que necesitaba tomar una actitud”, recuerda.
Flávia estaba alejada de la Universal, pero, al buscar ayuda, recordó los aprendizajes. “Yo tenía una semillita en mí, que era la fe, fui a las reuniones buscando aprender y también buscando fuerzas para lograr eliminar aquel mal sentimiento “, comenta.
Ella aprendió que la fe es importante, pero las actitudes son decisivas para cualquier transformación. Flávia explica que el primer paso fue reconocer la necesidad de transformación. “El segundo fue buscar en Dios coraje para cambiar, después de aprender a creer en mí, dejar de creerme inferior, que ya no me importe lo que los demás piensan y, por último, abandonar el comodísimo y no depender de nadie para actuar”, dice.
Dé el primer paso
Según la consejera Viviane Freitas, la timidez es el fruto de la vergüenza de asumir dificultades. Para ella, la fe es el mejor camino para vencer el miedo y conquistar la confianza. Viviane cuenta que descubrió su valor como mujer y enfrentó los desafíos cuando buscó a Dios. “Yo descubrí la fuerza que viene de lo Alto, que me hizo cambiar, y pasé de ser vergonzosa a intrépida. La creencia involucra resultados y actitudes movidas por una certeza, no palpable, sino interior. ¿Qué hace que esta fe sea activa? La ambición. Su visión gira en torno de su vida”, revela.
Entonces, ¿qué tal sustituir la autocrítica exagerada y la autoimagen distorsionada por el autoconocimiento? Es posible superar y controlar la timidez por medio del cambio de pensamiento y usted puede comenzar hoy mismo. Su transformación y su crecimiento dependen de usted.
Desarrollando el coraje
– Reconozca que es posible enfrentar ese problema: analice las acciones y reacciones que han hecho que la timidez domine su vida.
– Aprenda a administrar las emociones: no piense que todos están pensando mal de usted o que la están juzgando. La mayoría de las veces, eso hace parte solo de la imaginación de la persona tímida.
-Respete sus límites: no quiera ser una heroína, o sea, no se exija tanto. Tolere sus errores sociales y perciba sus formas de evaluar las situaciones.
– Cuide su autoestima: valórese, cuide su apariencia física, su alimentación, haga ejercicios físicos y busque estar bien con su cuerpo.
– Hable más: venza los miedos y converse más con las personas a su alrededor. Hable sobre contenidos de los cuales le gusta opinar.
[related_posts limit=”17″]