“Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que Mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas.” (Josué 1:7)
No sirve de nada querer ser grande y pensar en pequeño. Tampoco sirve querer ser grande de la noche a la mañana. Es la ley de la naturaleza instituida por el Creador. No sirve de nada ser socio de Dios y depender de terceros; ser socio de Dios y contar con la ayuda de los demás no es vivir por la fe.
Querer no es poder. Si querer fuera poder, este mundo sería un mar de rosas, pues, ¿quién no quiere estar saludable, ser próspero, tener una familia y ser feliz?
Entre el querer y el poder existe un enorme desierto por atravesar. Esa travesía comienza con un primer paso: Determinación y firmeza de pensamiento, pensamiento de acuerdo con los pensamientos de Dios.
En cada paso hay que mantener la mente fija en el mismo consejo de Dios a Josué: Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que Mi siervo Moisés te mandó – según el pensamiento de Dios -; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. (Josué 1:7)
Avanzar y creer que si Él prometió, lo cumplirá. Eso es vivir por la fe; es depender de Dios. Quien vive un pacto con Dios no cuenta con los demás. O el Espíritu del Dios Altísimo está con usted o no lo está. Si usted cree con todas sus fuerzas, entonces Él le da la certeza de que usted es Su socio. Tome una actitud, ponga en práctica la inspiración dada, haga lo que está a su alcance y aguarde Su respuesta.
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Dependa solo de Dios y de usted mismo.
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(*) Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo
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