Los niños con una historia de abuso están en un alto riesgo de desarrollar enfermedades y desordenes mentales. Frecuentemente la ansiedad, la depresión se presentan en pequeños que sufren o sufrieron este tipo de flagelo, además de tener muy baja autoestima. Los menores tienden además a ser más agresivos y hostiles. Estos efectos no se borran fácilmente y los problemas se hacen mayores cuando los pequeños se tornan adolescentes.
Cuando llegan a la adultez ya cargan con miedos e inseguridades que les impiden relacionarse con la sociedad. Evitan exteriorizar lo vivido o expresar sus emociones y les resulta muy difícil entregarse a una relación amorosa, por el miedo que les genera volver a ser lastimados.
Daniela fue una víctima más del abuso cuando solo tenía 12 años y a partir de ese momento su mundo se derrumbó y nunca volvió a ser la misma persona. Hasta que un día encontró la salida para olvidar tanto sufrimiento…