La fe es la OBEDIENCIA A LA DIRECCIÓN DE DIOS, no importa si tiene sentido o no, y, para recibir el Espíritu Santo, tengo que obedecer a lo que Dios dice.
“¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se Lo pidan?” Lucas 11:11-13
La obediencia lo es todo. ¿A quién no le gusta que sus hijos le obedezcan? Y, si a nosotros nos gusta, ¡imagínese a nuestro Padre! Pero no es obediencia a una doctrina o a una religión, sino a la Palabra de Dios. Las personas que dan testimonio dicen que obedecieron a todo lo que les dijeron, y el pastor, cuando les habló, lo hizo no por sus propias palabras, sino por la Palabra de Dios.
Quien obedece a Dios sin preguntar disfruta de Sus beneficios. Dios sabe lo que dice. “Como son más altos los cielos que la tierra, así son Mis caminos más altos que vuestros caminos, y Mis pensamientos más que vuestros pensamientos”, Isaías 55:9.
Si usted obedece y usa la fe, el Espíritu Santo desciende sobre usted. Este mundo está cada vez más perdido, muchos le echan la culpa a la pandemia, es cierto que la pandemia colaboró con esa perdición, pero antes ya estaba cada vez peor, hay mal por todos lados, sin embargo… “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente (…) Caerán a tu lado mil y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará…”, Salmos 91.
Obedezca. ¡Ese es el secreto para tener el Espíritu Santo y una vida nueva!
Piense en eso.
Dios le bendiga.