De repente, sus amigas comienzan a combinar qué vestirán en esa fiesta del domingo. Combinan los detalles, marcan quién va a buscar a quién y todo parece perfecto, si no fuera por un detalle: usted no recibió la invitación. Y no, no se trata de un malentendido: usted realmente se quedó afuera de eso. El sentimiento de rechazo puede doler, pero saber cómo controlarlo con un juego de cintura es esencial en esos momentos.
Muchas veces, a una persona le gustaría su presencia, pero lamentablemente muchas fiestas o ceremonias son cobradas por cada invitado, lo que impide la invitación de todos los que realmente nos gustaría que estén presentes. No tiene que ver, necesariamente, que le guste o no usted. Muchas veces, es una cuestión de invitar a quien es más cercano.
Sin embargo, si acaso el hecho de que no haya sido invitada a la fiesta no tenga nada que ver con la planificación financiera, pare y reflexione: ¿será que ha sido realmente importante en la vida de esa persona? Las relaciones suelen funcionar como un espejo. Usted recibe lo que da. ¿Le ha dado su atención a esa persona? ¿La ha llamado y se ha interesado por ella? ¿Estuvo presente en los buenos y malos momentos? Tal vez usted la considere importante, pero no le ha demostrado eso.
¿Y si ya fue invitado a otras fiestas de esa misma persona, pero no se interesó mucho por esa invitación? No asistió ni se disculpó. Solo imagínese el trabajo que toma organizar un evento, planear los detalles, pensar en cada invitado, para que al final usted ni siquiera justifique su ausencia. En el caso de que no pueda asistir, llame por teléfono. Avise con anticipación para que quien lo invitó pueda organizarse.
Lo principal es tener en mente lo siguiente: jamás guarde rencor de la persona que no lo invitó. Todo el mundo tiene sus motivos y usted no debe juzgar a nadie ni dejar de invitarla sus futuros eventos. Tampoco vale la pena exigir explicaciones. Lo mejor para hacer es dejar pasar esa situación. Cuando sea invitada en otra ocasión por esa misma persona que la dejó afuera, no haga reclamos, acepte la invitación y diviértase.
Finalmente, nunca se invite y mucho menos aparezca de sorpresa. Además de ser una actitud poco elegante, usted puede generar un conflicto innecesario y estropear la fiesta de la persona. Respete su elección y, cuando sea usted la anfitriona, no actúe por venganza ni deje de invitarla para retribuir lo que sintió. Elija a personas queridas y que quiere tener cerca en un día feliz para usted, independientemente de los rencores del pasado.
No fui invitada, ¿qué debo hacer?
Invitaron a su amiga, pero no a usted. Ok, intente estar feliz por ella. Encare la situación con buen humor. Tal vez, no sea tan malo quedarse afuera. No gastará en un regalo ni en el salón de belleza.
Si acaso usted ha invitado a alguien a un evento y después esa persona no la invita de nuevo, no se quede con rencor. Invitar es más que una retribución de gentileza o política. Debe ser el reflejo de espontaneidad, afinidad y cariño.
Si después del evento al cual no fue invitada surge un diplomático pedido de disculpas, acéptelo y dé vuelta la página, ¡sin sentimiento de venganza, claro!
Si acaso es la novia y la familia de él no la invitó para esa comida en familia, no se haga drama. Imagínese si fuera una familia grande, ¿ya pensó en esa regla básica: “si invito a uno tendré que invitar a todos”?
*Conejos retirados del blog de Cristiane Cardoso, del posteo “Cuando usted no es invitado”, de la autoría de Núbia Siqueira
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