Jesús es la Palabra.
Creer verdaderamente en Él es infinitamente más que simplemente creer en Su existencia y seguir una religión en Su Nombre.
Si eso fuera suficiente, la mayoría cristiana no tendría una vida tan fracasada.
Creer en Él implica oír y obedecer a Su Palabra.
Abraham no tenía Biblia. Para que él oyera y obedeciera al Señor, Dios tuvo que emitir el sonido de Su voz.
Más tarde, el Señor habló con Sus siervos a través de sueños, visiones y profecías.
Hoy, Dios habla solo por medio de Jesús, La Palabra, a través de la prédica de la Sagrada Biblia.
“Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por Su Hijo, a Quien constituyó Heredero de todas las cosas, por medio de Quien hizo también el universo. Él es el resplandor de Su gloria y la expresión exacta de Su naturaleza, y sostiene todas las cosas por la Palabra de Su poder. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, Se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas…” Hebreos 1:1-3
Aceptar a Jesús significa aceptar Su Voz, Su Palabra, ponerla en práctica, obedecerla, en fin, someterse enteramente a ella.
Los demonios creen en Jesús e incluso tiemblan.
Pero ¿qué diferencia hace eso? Ninguna.
Lo mismo sucede en relación a la mayoría de los creyentes. Creen en Jesús de la forma en la que los demonios creen.
Incluso creyendo en Jesús, los demonios no obedecen. Así también son los creyentes rebeldes.
Creen en Jesús, pero no Le obedecen.
¿Cuál es la diferencia entre ellos y los demonios?
¡Ninguna!
La vida de los demonios no cambia porque son eternos rebeldes. Y la vida de los creyentes rebeldes tampoco cambia porque insisten en la desobediencia a la Palabra.
Santiago se desahoga con los creyentes insubordinados:
“Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.” Santiago 2:18
En otras palabras: ¿de qué sirve decir que se cree en Jesús, y no obedecer a Su Palabra?
¿Acaso ese tipo de fe salva?
¿Acaso ese tipo de fe cambia la vida de alguien?
Es por eso que muchos creyentes oran, ayunan, alaban y defienden a sus respectivas iglesias, pero sus vidas son como la tierra árida. No nace ni pasto.
Si Jesús es la Palabra, ¡entonces hay que practicar Esa Palabra!
Eso vale más que cualquier ayuno, oración, vigilias, frecuencia en la iglesia, en fin, vale más que todo.
Obedecer a la Palabra de Jesús es seguir a Jesús.
Hacer la voluntad de Dios es practicar la Palabra de Jesús.