Kelly Carter trabaja como camarera en un restaurante en Virginia, Estados Unidos, y, hace algunos días, recibió un triste mensaje después de atender a una pareja, que decía que el servicio era genial, sin embargo: “No le damos propina a los negros”, fue lo que escribieron los clientes en la cuenta (vea al lado).
El caso se difundió y dio lugar a un resultado inesperado. Las personas que se solidarizaron por lo ocurrido fueron hasta el lugar a mostrarle el apoyo a Kelly, e incluso se inició una campaña online para darle una “propina colectiva”. El valor recaudado superó los 3 mil dólares.
Ella habló en una entrevista con los medios locales y afirmó que atendería a los ofensores nuevamente. “Un recuerdo de odio no me puede detener. Servirlos nuevamente hará que ellos sepan que no pudieron sacar lo mejor de mí. Mis brazos aún están abiertos para ellos”, afirma.
No devuelva la misma moneda
Cuando nos ofenden, cuando somos víctimas de injusticia o rechazados, lo mejor que podemos hacer es dar amor, como Kelly. No podemos permitir que las experiencias malas nos endurezcan y nos hagan dejar de creer en el ser humano. “Fue por prejuicio que Hitler hizo lo que hizo en el holocausto. Fue por prejuicio que Sudáfrica creó el Apartheid. Es por el preconcepto que muchas personas son rechazadas, despreciadas, frustradas y criticadas, simplemente por ser “diferentes”. El prejuicio es señal de estupidez”, reflexiona Cristiane Cardoso.
Cada uno da lo que tiene, y debemos aprender a dar amor aun cuando recibimos odio. Solo así seguiremos nuestras vidas sin guardar rencores, tristezas y sin volvernos amargos y fríos. “Piense bien antes de juzgar a alguien solo porque su color, nacionalidad, fe u orientación sexual es diferente a la suya”, aconseja Cristiane.
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