Nada ha sido tan devastador en las iglesias como la ignorancia con respecto a las profecías. De la misma forma en que Satanás ha usado la falsedad de hablar en lenguas, también se ha aprovechado de la falta de discernimiento espiritual con respecto a las profecías. Y lo peor es que mucha gente instruida se ha rendido a la farsa de las “profetizas” que, dígase de paso, son mujeres mal casadas o frustradas sentimentalmente.
La situación es tan crítica que se llegan a mezclar profecías con adivinación del futuro y hasta imposición de casamientos, negocios y viajes, todo en el mismo paquete para engañar a los incautos sinceros.
La Biblia no deja duda en cuanto al uso de las profecías y enseña su objetivo:
Primero: “Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación.”, (1 Corintios 14:3).
Segundo: El profeta habla a los hombres (Iglesia), es decir que no le habla a alguien en particular. Al contrario, si la palabra es profética, entonces ella viene de Dios. Si viene de Él, Su orientación es para bendecir a todos los de la Iglesia, pero nunca para alguien en particular, a fin de cuentas, Dios no hace acepción de personas. ¿Por qué Él hablaría con uno en particular?
Tercero: El objetivo de la profecía es edificar, exhortar y consolar a la Iglesia conforme a los textos bíblicos. Por favor, lea con atención y medite: “Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia. Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes.”, (1 Corintios 14:3-4, 22).
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