Cuando Dios habla de “bendiciones hasta que sobreabunden”, se refiere a cosas incontables, inmensurables. Cuando Él dice que es “Grande” es porque es Grande; pero cuando Él dice que es “MUY GRANDE”, no podemos cuestionar o dudar. Por eso, preste atención a este episodio:
“Alcé después mis ojos y miré, y he aquí un varón que tenía en su mano un cordel de medir. Y le dije: ¿A dónde vas? Y él me respondió: A medir a Jerusalén, para ver cuánta es su anchura, y cuánta su longitud. Y he aquí, salía aquel ángel que hablaba conmigo, y otro ángel le salió al encuentro, y le dijo: Corre, habla a este joven, diciendo: Sin muros será habitada Jerusalén, a causa de la multitud de hombres y de ganado en medio de ella. Yo seré para ella, dice el SEÑOR, muro de fuego en derredor, y para gloria estaré en medio de ella.” Zacarías 2:1-5
“Alcé después mis ojos y miré…” ¿Qué es lo que nosotros, que somos de Dios, tenemos que hacer todos los días? ¡Alzar los ojos! Lamentablemente, hay muchas situaciones que hacen que las personas bajen la cabeza y, consecuentemente, dirijan la mirada hacia el piso.
Pero, ¿qué significa levantar los ojos? Es no mirar hacia atrás, hacia el pasado, hacia las circunstancias, fracasos, decepciones o incluso hacia los errores de los otros, y sí hacia lo que Dios nos está mostrando, Su visión para nosotros. Por eso, no tenemos el derecho o la opción de mirar hacia otro lugar, sino hacia Dios y hacia la visión que Él nos dio.
Sin embargo, ¿cuál es la visión de Dios para usted? Que usted sea libre, que se convierta, que nazca de nuevo y que reciba Su Gloria, que es el bautismo con el Espíritu Santo. Cada vez que levantamos nuestros ojos, Dios nos da una dirección, pues, aunque todo indique lo contrario, Él nos guía, ya que el Espíritu de Dios nos renueva diariamente.
“… y he aquí un varón que tenía en su mano un cordel de medir.” Lamentablemente, en la vida de muchas personas, las Promesas de Dios han sido medidas y contables, mientras que, en la de otras, Él ya hizo tantas cosas maravillosas que hasta ya perdieron la cuenta. Y eso sucede porque existen aquellos que SE AUTOLIMITAN y aquellos que son SIN LÍMITES, y nuestra fe debe ser así: SIN LÍMITES. Pues esta es la fe que provoca la transformación total, desde adentro hacia afuera – incluso porque nuestro Dios es ILIMITADO, ÉL PUEDE TODAS LAS COSAS, además de garantizarnos que “¡TODO ES POSIBLE AL QUE CREE!”
“Y le dije: ¿A dónde vas? Y él me respondió: A medir a Jerusalén, para ver cuánta es su anchura, y cuánta su longitud.” ¿Quién puede medir o contar aquello que Dios ha hecho en la vida de más de 320 millones de personas que ya fueron beneficiadas por medio de este trabajo serio, bíblico, eficaz y práctico de la Iglesia Universal del Reino de Dios, en los 182 países donde estamos establecidos, o aquello que Dios aún quiere hacer en nuestras vidas?
¡Muchos han hecho las cosas de forma incorrecta! Aparentemente son ‘correctitos’, es decir, van a la iglesia, creen en Dios, se bautizan, perdonan, oran, dicen amén, PERO sus actitudes han sido incorrectas delante de Dios, pues no se entregan totalmente; son falsos, no oran con fervor, no buscan con determinación, no son sinceros, no sepultan la vieja vida y, principalmente, terminan despreciando lo más importante: el Espíritu de Dios – ¡porque no quieren cambiar por completo!
La persona que cree en el Señor Jesús como su Único y Suficiente Salvador, no puede cometer el error de querer medir o limitar aquello que Dios tiene para ella. El problema es que muchos, después de que alcanzan una mejoría en la vida – ya sea que pagaban el alquiler y ahora tienen una casita, o consiguieron resolver un determinado problema, o conquistaron alguna cosa –, piensan que eso es “suficiente” para sus vidas. Entraron en un estado de conformismo tan grande que perdieron completamente la visión, haciendo lo que no debe que ser hecho.
“Y he aquí, salía aquel ángel que hablaba conmigo, y otro ángel le salió al encuentro, y le dijo: Corre, habla a este joven, diciendo: Sin muros será habitada Jerusalén, a causa de la multitud de hombres y de ganado en medio de ella.” Vemos que el ángel que iba a medir la ciudad estaba desatento a la PALABRA DE DIOS, ¡aún estando en el Cielo! Pues, con certeza, no prestó atención a lo que fue dicho por el propio Dios, habiendo sido reprendido por otro ángel. Así están algunas personas dentro de la iglesia: desatentas, distraídas, sin prestar la debida atención y, consecuentemente, sin entender aquello que Dios ha preparado para ellas.
Por eso es que algunas personas, aún estando en la iglesia, no desarrollan su vida espiritual y se quedan atrás, viendo a los otros llegar y pasar adelante suyo. Dios envió a “otro” ángel para mostrar y reprender al “ángel sin visión”, pues este estaba desorientado y a punto de hacer algo que iba a desagradar a Dios. ¿Y cuándo es que desagradamos a Dios? Cuando Lo tratamos como si Él fuese un Dios pequeño, limitado y reducido, y también cuando cuestionamos Su Grandeza y Magnitud.
“Yo seré para ella, dice el Señor, muro de fuego en derredor, y para gloria estaré en medio de ella.” ¡¡¡Qué maravilloso!!! Él será nuestra Protección, nuestro Guardián, Aquel que nos rodea y nos acompaña y habitará dentro de nosotros. Es muy fuerte, ¡Dios DENTRO de usted y de mí! Él nos dará Su Gloria, pues Su Gloria es el Espíritu Santo, que habitará en nosotros. ¡Dios, en Su Infinita Bondad, siempre nos da la oportunidad para corregir nuestras actitudes y comenzar a hacer la elección correcta, la elección que Le agradará y que cambiará nuestra vida por toda la eternidad!
¿Qué es lo que Dios más desea para todo ser humano? El mayor deseo de Dios es que todo ser humano tenga Su Espíritu. ¿Por qué? Porque quien tiene Su Espíritu, tiene Su Imagen y Su Semejanza.
NO SE OLVIDE:
1. Alzar los ojos – mire hacia lo que Dios ha preparado para usted;
2. Guardar la visión – el sueño que Dios le dio, Él va a realizarlo, por medio de la elección correcta que usted hará.
3. No hacer uso indebido de la Palabra de Dios para justificarse – no se conforme; no haga uso de la Palabra de forma negativa;
4. No quedarse a la espera de nadie – ¡no esperar por los otros ni mirar hacia los otros! No puede esperar que las personas hagan lo que usted mismo tiene que hacer;
5. No hay límites – todo es posible;
6. Nuestra Protección – es el Fuego de la Presencia de Dios a nuestro alrededor;
7. Su Gloria, que es el Espíritu Santo, quiere estar dentro de nosotros – Dios dice: “Yo estoy contigo, en todos los momentos”.
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