“Estas cosas os he hablado para que en Mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, Yo he vencido al mundo.”
(Juan 16:33)
Dios ha enviado Sus bendiciones, pero, ¿quién está listo para recibirlas? No hay quién no necesite ser bendecido. Sin embargo, la reacción de la mayoría ante los problemas impide la solución. Quien siente que el problema es demasiado grande para ser resuelto y se deja llevar por esa sensación, normalmente intenta distraer su mente para olvidar lo que le ha quitado la paz.
Sin salida, cree que sumergirse en Internet, en canciones, en novelas, en boliches o en vicios es suficiente para aliviar la angustia. Huir no alivia la angustia. Huir no alivia el problema. Huir solo le pone una máscara al problema. Uno siente un bienestar en ese momento, pero ese sentimiento es engañador. Cuando pone su cabeza en la almohada, tiene que enfrentarse a sus pensamientos. Entonces, los problemas se hacen gigantes a sus ojos, pues no sabe luchar contra ellos.
No importa el tamaño de los problemas, la solución existe. Sin embargo, hay que tener fe para vencerlos. Sin la seguridad de que serán eliminados, no hay cómo vencerlos. Y en esta guerra, o usted vence, o es vencido. No hay término medio. Si no hay fe, hay derrota. Si la fe es puesta en práctica, hay victoria.
Cuando ponemos la fe en práctica, pasamos a pensar como Dios piensa: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, Yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). En otras palabras, los problemas existen, pero no pueden prevalecer.
La distracción no aumenta su fe. Lo que aumenta su fe es oír la Palabra de Dios. De esta manera, hay condiciones de luchar. Los problemas continúan existiendo, pero se vuelven insignificantes. Estos dejan de aterrarnos y quedan debajo de nuestros pies. No hay dificultad, no hay problema que detenga a quien vive por la fe. Cuando usted se concentra en esta batalla, es imposible que Dios no responda.
Huir solo empeora la situación; enfrente los problemas con la fuerza de su fe.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo