Quizás usted esté caído y tenga complejos de todo tipo, el Espíritu Santo quiere levantar su vida.
El diablo lo acusa día y noche, pero Dios quiere que tenga una nueva vida. A veces, una persona viene a la iglesia, le gustan las canciones, pero no cambia de vida porque no se entrega.
“Porque somos sepultados juntamente con Él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.”, (Romanos 6:4).
Las novedades de Dios tienen que estar presentes en nuestra vida. Antes de entregarse a Dios vivía enfermo, deprimido y en pecado, pero poniéndose en las manos del Señor, todo tiene que ser distinto.
En la cruz Jesús determinó, que estaba consumado. Él llevó sobre sí nuestras enfermedades y por sus llagas fuimos curados. Por eso, si estaba enferma va a tener salud, si vivía triste, será feliz. Si pasaba miseria, tendrá abundancia.
Pero es necesario que se entregue 100%, debe dejar que Él controle todo y obedecerlo. Si está en la iglesia y sigue con la misma vida, es porque no se ha entregado.
La dificultad del problema y la demora de la solución, no son de parte de Dios. Él no tarda en responder, sino la culpa es de la persona que no logra entregar su vida en las manos del Señor Jesús.
Además de creer en Dios y orar, debe haber una entrega para que puedan ser bendecidas. Aquellos que sirven al Altar, sacan de este su sustento. El Señor les da paz y sabiduría. Medite ¿qué le ha traído la vida que ha llevado? Quizás la respuesta es tristeza e incertidumbre. Algunos tienen mansiones, autos y son ricos, pero se sienten vacíos. Pero los que se entregan a Dios, pueden no tener nada de eso, pero tienen paz, salud y felicidad. Por eso, tiene que dejar de vivir de apariencia, ser libre para comenzar una novedad de vida y Él les dará todo.