Según datos divulgados, en el 2012, en Argentina, durante la última década hubo más de medio millón de divorcios. Éstos superaron los registrados en la década en la que se sancionó la ley. Según los datos del último censo, entre 2001 y 2010 hubo un total de 564.396 separaciones legales.
Para hacerse una idea, en los 80 se producían 114 divorcios diarios. En la década del 90 pasaron a ser 87 por día. En cambio, entre 2001 y 2010, hubo a razón de 172 divorcios diarios. Entonces, ¿cuánto dura el amor? Menos de seis años. Según estadísticas judiciales a en la ciudad de Buenos Aires el 54% de las parejas que se divorciaron durante 2010 llevaban menos de diez años juntos; el 34%, menos de seis.
Para que estas cifran no suban más aún, el obispo Renato Cardoso y su esposa, Cristiane, llevan a cabo un trabajo de protección del matrimonio, de ahí su libro “Matrimonio blindado” y las conferencias y charlas dirigidas a casados y solteros, siempre focalizando cómo sobrevivir a la ola de divorcios. “El gran problema de las personas hoy en día es que están casándose sólo con el cuerpo – a veces ni siquiera con el cuerpo -, de vez en cuando se entregan físicamente, pero, otras veces, el marido está ausente y la esposa está apegada a su hijo, quien incluso duerme entre el matrimonio en la cama. Las personas se casan, pero no se entregan, y no hay manera de que un matrimonio funcione así”, explica el obispo Renato.
Fidelidad
El obispo remarca que para que un matrimonio funcione es necesario que la fidelidad exista realmente entre los dos. “Para que al casarse funcione la relación, tiene que casarse con el cuerpo, con el físico, es decir, tiene que ser fiel a aquella persona, su cuerpo no puede ser de nadie más, el cuerpo le pertenece al otro. El apóstol Pablo dice que el cuerpo de la mujer, pertenece al hombre, el cuerpo del hombre, pertenece a la mujer, es decir que hay un intercambio de cuerpos. No puede no entregarse físicamente.”
Al mismo tiempo, el obispo enfatiza que es necesario que las dos almas estén casadas. “Tiene que haber un casamiento entre las dos almas, las dos almas tienen que entregarse. El alma es el sentimiento, la personalidad, eso significa que debe abrirse con esa persona, no guardar secretos, no ocultar cosas, no tratar mal, no herir a la otra persona, lo cual sucede no sólo físicamente; las peores heridas son las del alma causadas por palabras y actitudes que llegan a herir el alma del otro”, dice el obispo.
Otro aspecto importante señalado por los consejeros es permitir que la fe sustente la unión. “Es el matrimonio hecho a través de la fe, es la certeza, o sea, tiene que tener fe en la relación. Esa fe sustenta el amor. Fue lo que nos sustentó en un período difícil de la relación cuando ella habló de separación”, confiesa el obispo Renato.
Como evitar la separación
Respecto a eso, Cristiane afirma que, en verdad, ella no quería la separación, sino una reacción de parte de él. “Normalmente, la mujer lanza esas palabras para que el hombre tenga alguna reacción. No es eficaz, pero es lo que generalmente se hace. Sin embargo, yo corté eso en el momento y le dije que nunca más dijera esa palabra. Estábamos pasando una dificultad, ella lanzó la idea de separación, yo quise cortar eso en el mismo instante para que no entrara duda en nuestra relación. El problema es cuando deja entrar la duda y eso afecta el espíritu, el cual comienza a apartarse”, explica él, sobre cómo reaccionó a la amenaza de la separación.
El conferencista también destaca que ese distanciamiento puede comenzar porque la mujer, al ser tan fuerte y no saber dominar su fuerza, quiere liderar al hombre, dejando de respetar sus decisiones y opiniones. “Dice la Biblia: Mujer, acepte el liderazgo de su marido. Cuando el marido ofrece un liderazgo digno de ser seguido, Dios le dice a la mujer: ‘acepte que su marido la lidere’, o sea, la mujer es tan fuerte que si ella no lo dejara, el marido no logra liderarla”, aclara.
El obispo destaca que aunque la mujer es más fuerte que el hombre y que por eso Dios pide que ella lo deje liderarla: “Si Dios no dijera eso, lo natural sería que el hombre sea liderado por la mujer, que es lo que sucede en los días de hoy en los matrimonios. Infelizmente.”
El inicio del fin
Para Cristiane, la falta de liderazgo de los maridos es uno de los motivos de la crisis en el matrimonio: “se vuelve complicado ser el líder, ser la cabeza, si ella tiene dificultad para respetarlo y dejarlo que tome la iniciativa. De esa manera se vuelve difícil que funcione y sea una relación en el Señor Jesús.”
Con esos obstáculos, el hombre comienza a apartarse de la esposa. “Con las palabras, ella critica mucho, y cuando el hombre se siente atacado, criticado por la mujer, la actitud normal es explotar, tratarla mal, insultar, hacer cosas abusivas o, simplemente, cerrarse e irse, literalmente, por la puerta o emocionalmente, de la relación”, detalla el obispo.
Para él, eso sucede porque el hombre tiene un modo diferente de pensamiento en relación a la vida de matrimonio. “Él pensará: ‘¿Para qué voy a hablar? No escuchas nada de lo que digo. ¿Por qué voy a dar mi opinión? Lo que yo diga no cuenta, tu harás lo que quieras de todas formas.’ Es por eso que él se cierra cuando es atacado por la mujer. Es también el motivo por el cual la palabra dice que ella respete al marido, para que él sienta ganas de hablar con ella sin ser atacado. Eso no quiere decir que la mujer no tiene derecho a dar su opinión, al contrario, pero tiene que saber cómo hablar. La fuerza de ella está en su forma de hablar; con eso consigue todo de su marido”, finaliza.